Los contenidos de este blog van desde la Psicología a la Antropología, pasando por la Historia o la Pedagogía. Esta mezcla abigarrada de disciplinas y temas tiene para mí un sentido claro y este sentido es que todas ellas son ciencias sociales o humanas, intensamente interconectadas unas con otras, debido a que todas ellas tienen un común objeto de estudio: el ser humano. Aunque cada una de ellas tenga su propia metodología e instrumentos de trabajo y de análisis, que les otorgan su propia personalidad.

martes, 17 de julio de 2018

El valor del trabajo

La forma habitual de valorar el trabajo es otorgarle un precio al cambio. Forma habitual de valorar todas las cosas por el dinero. Como es lo que habitualmente vemos, nos parece la única forma de poner en valor no sólo el trabajo, sino todas las demás cosas. En función de esta creencia, todas estas cosas y en concreto el trabajo, tienen un precio en el mercado.
Sin embargo, hay muchos otros factores que nos podrían servir para valorar el trabajo, como:

  • el esfuerzo necesario para realizarlo
  • la importancia (establecida más o menos objetivamente) que tiene para quien se beneficia de él
  • la dificultad técnica y la habilidad necesaria para hacerlo
  • la "calidad" del mismo (si está bien ejecutado o no)
  • la cantidad de personas que se benefician de su resultado
  • la mayor o menor necesidad de quienes reciben ese beneficio
  • la cantidad de trabajo
  • el tiempo requerido para realizarlo
  • ...

Pero, ni de lejos y con frecuencia, algunos de estos factores tienen repercusión en el "precio" del trabajo. Es por esto que socialmente no se valora el trabajo, sino los beneficios económicos que se pueden obtener por él o por otros medios. El fin social del trabajo se convierte entonces en un fin egoísta, y por ende, independientemente de la nobleza de sus objetivos  medios, se convierte también en trabajo alienado.
Pero para despojar de esa alienación al trabajo, no tiene sentido hundir en la miseria a quien lo realiza, forzándolo a que lo haga de manera no remunerada; quizás bastaría tan sólo con no confundir la recompensa con la función del trabajo y tratarlo no como una obligación sino como un derecho y una forma de realizarse la persona.

Las compensaciones
El trabajo tiene dos vertientes en cuanto a las compensaciones que recibimos por él:
- la primera vertiente se refiere al trabajo como actividad dirigida hacia el individuo que lo ejecuta.
- la segunda vertiente se refiere al carácter social que, como toda actividad humana, tiene el trabajo.
La primera de ellas se referirá a cosas tales como: satisfacción de realizar lo que nos hemos propuesto, ventajas prácticas obtenidas, desplegar las energías creativas, las físicas, obtener motivación para vivir...
La segundad, en cambio, nos llevará a pensar en cosas tales como la satisfacción por la aprobación social, la obtención de un estatus superior superior al disfrutado hasta el momento, la consabida remuneración económica...

La valoración ética, de las cuestiones que planteamos, entra cuando se anteponen las compensaciones al verdadero valor del trabajo que, posiblemente esté en sí mismo.