Los contenidos de este blog van desde la Psicología a la Antropología, pasando por la Historia o la Pedagogía. Esta mezcla abigarrada de disciplinas y temas tiene para mí un sentido claro y este sentido es que todas ellas son ciencias sociales o humanas, intensamente interconectadas unas con otras, debido a que todas ellas tienen un común objeto de estudio: el ser humano. Aunque cada una de ellas tenga su propia metodología e instrumentos de trabajo y de análisis, que les otorgan su propia personalidad.

miércoles, 23 de diciembre de 2020

El Arenero (1989). Soleás

     Junto con Manuel Oliver, Antonio González Garzón "El Arenero" es uno de los máximos representantes de la "soleá apolá" trianera. Una vez desaparecidos éstos, nos tememos su desaparición, o una repetición mimética, sin nuevas aportaciones que sean valiosas y genuinas.

 En el Altozano de Triana: Velá de Sant´Ana

En la peña EL Taranto: soleá del Zurraque

sábado, 7 de noviembre de 2020

Negacionismo y nihilismo

 ¿Son las diversas formas de negacionismo formas de nihilismo? Intentaremos responder a esta pregunta.

     La creciente irrupción de negacionismos: se niega que haya violencia contra las mujeres, que haya cambio climático, que haya homofobia, que existan la xenofobia y el racismo, que haya atentados contra la libertad religiosa (incluida la de los que no creen), que no haya permeabilidad social, que haya discriminación por discapacidad, que haya explotación económica y/o social, que haya pandemias, que haya bullying, que haya mobbing... Parece haber adoptado una forma que se asemeja al nihilismo, en tanto que parece adoptar una actitud de indiferencia crítica ante todo.

     Sin embargo, nos parece ver algunas diferencias entre ambas actitudes vitales, pues mientras en el negacionismo se niegan hechos, en el nihilismo los objetos de esa negación parecen ser actitudes o valores éticos: no se cree en nada ni nadie. Por otro lado, la consecuencia, o incluso la causa, del negacionismo puede ser la búsqueda de una solución fácil: si niego los problemas, entonces no tengo por qué afrontarlos y no me arriesgo al fracaso. La del nihilismo, sin embargo, implica la desesperanza ante posibles soluciones y puede conducir a la autodestrucción, mientras que el negacionismo puede conducir a la destructividad de aquello que se niega. El nihilista se niega a sí mismo, el negativista niega a los demás.

     Ambas actitudes parecen surgir de la desconfianza, pero mientras el negacionismo podría estar relacionado con desconfianza ante los hechos aparentemente visibles o los argumentos, el nihilismo por otro lado, parece estar inspirado por la desconfianza hacia la autoridad. Quizás por estas razones es que el negacionismo pueda verse más próximo al conservadurismo, mientras que el nihilismo pueda verse relacionado con lo contestatario.

     Claro que para explicar esa divergencia entre lo que se cree percibir de la realidad por un lado, y lo que la mayoría de la población percibe, hace falta algún tipo de argumento. Aquí es donde entran en juego las teorías de la conspiración.

     La paradoja de esto es que habitualmente esas teorías de la conspiración las sustentan grupo contestatarios o antisistema. Pero en esta ocasión parece que son los conservadores los que las sustentan. O al menos parece que son conservadores, porque al negar la existencia de problemas parecen negar la necesidad de cambios, lo que es por definición conservador.

     ¿Por qué ocurre ahora que los grupos más conservadores se abonen a las teorías de la conspiración? Se nos ocurren dos posibles explicaciones: la primera es que esos grupos conservadores se hayan visto desplazados de los centros de poder, o que estos grupos se hayan vuelto más exigentes en sus aspiraciones.

domingo, 23 de agosto de 2020

Flamenco cantado y flamenco contado

     Tan importante como el cante es muchas veces lo que se dice de él. Puede que eso también ocurra con otras músicas, pues todas tienen un aluvión de críticos o comentaristas, o de simples aficionados que opinan sobre ellas; pero dudamos que sea con la misma intensidad que con el flamenco.
      Pero las tertulias flamencas son algo más que reuniones de "aficionados" (que tienen "afección", que lo quieren); son además lugares y momentos donde se contextualiza el cante, el baile o el toque, dándoles un sentido social: donde se construye la realidad del flamenco (Luckman y Berger) fuera, al menos en parte, de los circuitos comerciales. Claro que las tertulias no sustituyen el papel dinamizador de los encuentros flamencos, en los que cada intérprete o creador comparte o compite con otro, en un fructífero proceso de emulación.
      Naturalmente que esos encuentros flamencos no son principalmente los eventos o espectáculos, de un modo u otro comercializados y sujetos a algún tipo de marketing, aunque también pueden serlo. Por el contrario nos referimos, más concretamente, a otros encuentros más informales como los que se dan en las peñas flamencas, en fiestas privadas donde no medie el dinero, en reuniones de amigos o en celebraciones familiares como bodas o bautizos.
     Creemos que las nuevas creaciones en el flamenco no pueden ser resultado de un trabajo de estudio o de laboratorio, porque ese es el modo de proceder habitual de un artista; pero el flamenco no es un artista, es el portavoz de una cultura en cierto modo asediada.
      Convertir el flamenco en una marca es meterlo en los circuitos comerciales, alejarlo de su identidad andaluza y a merced de quienes manejan esa marca y le quieran otorgar los atributos comerciales que convengan al mercado.
     El problema que se plantea ante esto no es fácil de resolver, porque los flamencos profesionales favorecen la difusión y el mantenimiento del flamenco, pero por otro lado lo convierten en un lucimiento personal del "artista", despojando al flamenco de su papel de seña de identidad andaluza, alejándolo de su cuna geográfica y cultural. En los circuitos comerciales se "vende" mucho el flamenco de intérpretes no andaluces: parece como si nos dijeran ¿veis que no es sólo andaluz? Otro caso distinto pueden ser zonas limítrofes como la de Cartagena-La Unión o la de la provincia de Badajoz, las cuales, como excepciones, más confirman que derogan la norma.
 
La marca "internacional"
     Siempre se pone de ejemplo para justificar esta postura, el caso del jazz afroamericano, del sur de Estados Unidos, que ha pasado a ser una música internacional y ha salido de las fronteras de su etnia original. Sin embargo, hay diferencias con el flamenco, porque en el caso del jazz se trata de una etnia, mientras que en el del flamenco estamos tratando de varias etnias que confluyen en lo andaluz, que forman un solo pueblo. Además, los afroamericanos han difuminado y compartido su identidad en otras músicas como el gospel, el soul, el blues... Ellos están, por otro lado, en el ojo del huracán del capitalismo mercantilista norteamericano. Nuestro caso es distinto y cada pueblo debe saber qué estrategias utilizar para defender su identidad, y evitar disolverse como un azucarillo en la vorágine mundial de la globalización. ellos tienen las suyas propias.
     Nuestro caso es distinto, aunque nos parece estupendo que intérpretes o aficionados de otras culturas lo adopten  como propio, e incluso lo enriquezcan con sus aportaciones, sin embargo eso no nos convence si eso no pasa por un proceso de identificación con lo andaluz, ese flamenco no es más que una farsa, aunque esté relativamente bien ejecutado: no es más que un proceso de mimetismo. en este caso se "vendería" la marca de lo internacional y lo universal del arte, haciendo referencia falazmente a uno de los sentidos de cultura (el universal) y no al que se refiere a la cultura particular de cada pueblo, íntimamente conectado con su identidad.

La marca étnica
     El papel tan relevante de los gitanos en el flamenco es también aprovechado por los "mercantilizadores" para crear otra marca, sorprendentemente complementaria de la anterior. Se complementan porque ambas van en la dirección de alienar el flamenco como bien cultural del andaluz.
     Es natural el orgullo de la etnia gitana al flamenco, y además de natural lógico. Pero cuando ese orgullo se instrumentaliza desde fuera para privar al flamenco de su carácter andaluz, el juego ya no es tan limpio.
     El orgullo del gran Antonio Mairena por el cante gitano-andaluz está justificado, aunque errara al disminuir el papel de los payos, son los "comentaristas" externos a lo andaluz los que distorsionan esa inocencia primigenia.
     La marca étnica puede perder su credibilidad con sólo presentar una relación de intérpretes flamencos payos: Antonio Chacón, Pepe el de la matrona, Tía Anica la Piriñaca, Enrique Morente, Carmen Linares, Manuel Oliver... porque no todos han de ser profesionales. Antonio Mairena, Manolo Caracol o La niña de los peines quizás no podrían entenderse sin el complemento de sus compañeros payos.
     Sin embargo, la verdadera trampa de esta argumentación está en la oposición payo-gitano, que en Andalucía es completamente falsa, pues el contacto entre ambas etnias, a lo largo de los siglos, ha sido tan constante y tan intenso que la frontera entre ambas se difumina mucho más de lo que es habitual entre la mayoría de otras. Seguramente la interacción entre ambas tiene mucho que decir con respecto a la aparición de "lo flamenco". Quizás el flamenco se trata de un diálogo fructífero entre las dos partes, sin ninguna de las cuales, como es lógico, éste no tiene sentido.

Al margen de las marcas y la comercialización
     La mejor manera de salvaguardar el flamenco puede que pase por mantenerse al margen de esas marcas, que sustituyen a las identidades originales, porque ellas son garantía de la mercantilización. Las tertulias y encuentros flamencos, por el contrario, refuerzan el carácter identitario del mismo y afianzan los vínculos sociales de los "flamencos" y contribuyen al perfeccionamiento de éste, pues las críticas que surgen en ellos, al estar basadas en un conocimiento amplio del flamenco -incluso si son malintencionadas- contribuyen a la mejora del flamenco, mientras que los halagos -al estar fundamentados- contribuyen a su continuidad. Las peñas flamencas parecen cumplir bien con esta función, aunque seguramente no en exclusiva, y son, sin proponérselo explícitamente, un elemento importante de la identidad andaluza, al margen de otras identidades o marcas artificiales.
     Sería buena idea también que proliferaran las escuelas de cante, al igual que las de baile y, aunque en menor medida, las de toque. Porque ello ayudaría a las nuevas generaciones a entrar en contacto con su herencia cultural.

martes, 19 de mayo de 2020

¿Son las sevillanas un palo flamenco?

     Esta es una pregunta que los aficionados al flamenco nos hemos hecho en más de una ocasión, con un resultado diverso en la respuesta.
     En ocasiones las hemos visto en los árboles genealógicos del flamenco como un cante liviano. Pero ésta y las otras posturas hay que razonarlas. Para esta tarea debería ser fundamental la labor de los musicólogos, sobre todo en lo referente a las características técnicas y al estudio comparativo de los distintos palos. Sin embargo la labor de la musicología a este respecto es más bien escasa, yendo muy a la saga del estudio de la métrica de las coplas o letras de los cantes, que se inició a finales del XIX y que cuenta con trabajos tan notorios como los de Demófilo o Manuel Balmaseda.
     En el aspecto más musicológico hay otros trabajos como los de Manuel García Matos, pero sin la repercusión deseada o su integración en el corpus general de conocimiento del flamenco. Es decir, sin sacarle suficiente provecho interpretativo a las transcripciones; quizás porque su obra se encuentra enmarcada en el ámbito del folklorismo musical, que se limita generalmente a la recopilación, para evitar la pérdida de patrimonio, pero sin interpretarlo ni, a veces, entenderlo. Además, en otro lugar hemos acordado que el flamenco no es exactamente folklore, ni exactamente cultura popular: lo primero porque está y vivo y evoluciona y lo segundo porque es de minorías, aunque éstas sean populares.
     Desde un punto de vista más profano y menos técnico podemos apreciar que las sevillanas tienen un compás distinto al de los demás palos (de 3 por cuatro dividido en 3 grupos), si bien lo más significativo es su tempo, más acelerado, casi siempre, que los demás palos. Pero su técnica vocal, sobre todo en las sevillanas corraleras, parece común en el cante; lo mismo parece suceder con el toque y mucho menos con el baile.



     Así pues, aparte del compás, la técnica vocal tiene sus propias características, como son: los melismas (o acumulación de varias notas o recursos técnicos en una misma sílaba musical) o la forma de atacar los "machos" de cada cante: subiendo de una forma poderosa la intensidad o la complejidad del cante, para luego disminuirla suave y pausadamente. Es esta última característica la que posiblemente otorga la principal característica del cante, y la que aparentemente le otorga el carácter de "jondo". Aunque en el cante liviano lo "jondo" parece sustituirse por la gracia con la que se "tercian" los cantes, lo cual contribuye también a conseguir elevación espiritual (ejemplo: con las alegrías), aunque no sea del mismo modo que con el cante "jondo" propiamente dicho; si bien se transmite una filosofía de la vida.
     En las sevillanas, los melismas flamencos están presentes, pero éstos también lo están en canciones aflamencadas, en la copla... y en ciertas versiones se peca de exceso, peligrando su carácter como tal, alcanzándose un flamenco afectado, que dista mucho de la sofisticada simplicidad del cante.
     Pero la "jondura" del cante se alcanza cuando el cantaor o la cantaora llegan al clímax en cada cante, parejo a una mayor espiritualidad, para "descender" luego con gracia a la menudez de lo cotidiano. Espiritualidad que no se corresponde con la pasión primitiva que ven en el flamenco algunos observadores de tierras más frías que las nuestras.
     Suele ser difícil llegar a ese clímax en las sevillanas, las cuales son más planas por su carácter de seguidillas, pero en las sevillanas llamadas lentas parece ser otra cosa.
     Otra "diferencia" con respecto al resto de palos flamencos parece estar en su "popularidad", entendida ésta como el mayor o menor grado en que un rasgo cultural es aceptado o rechazado en un grupo social. En este caso, al menos hasta ahora, las sevillanas son de aceptación más generalizada que el resto del flamenco.
     Todas estas observaciones queremos aportar, por si sirven para llegar a alguna conclusión sobre este tema.

lunes, 11 de mayo de 2020

La sociedad de la inmediatez

     Cualquiera que haya viajado con niños, en algún tipo de vehículo, habrá tenido que soportar el continuo interrogatorio monocuestión: ¿falta mucho para llegar?. Esta impaciencia de los niños tiene mucho que ver con la falta de madurez de su sistema nervioso (el cuál no maneja suficientemente la dimensión tiempo) y de su baja tolerancia a la frustración, fruto de lo precario de su proceso de aprendizaje.
     Los adultos, en la sociedad contemporánea de la inmediatez actúan en cierta medida como los niños impacientes. En este caso no existen razones neurológicas o madurativas: es que han sido entrenados para ello. Si quisiéramos buscar razones, posiblemente habría que rastrear sus raíces en el mercantilismo, el cuál se basa en el incremento del valor de sus mercancías merced al paso por los intermediarios, de forma que cuanto mayor es el número de intermediarios y/o de mercancías, más se incrementa el precio de los productos (no su valor) y como consecuencia el beneficio del comerciante que gestiona y multiplica ese trasiego. Pero para que la mercancía llegue a su destino cuando aún exista demanda para ella, tiene que acelerarse el proceso, de forma que los múltiples procesos de intercambio, con múltiples intermediarios, no pierdan bruscamente su valor, por obsoleta o deteriorada, con lo que la aceleración del proceso está en la base de la obtención de los beneficios, y el manipular el tiempo de productores y consumidores es la clave para que funcione todo el proceso.
     Esta aceleración del tiempo fue criticada de manera muy divertida por Erich Scheurmann en su obra Los Papalagi, no por cómica menos cierta y descriptiva al desenfreno que nos lleva el mercantilismo. Se ha aducido que el consumismo es un fenómeno de nuestros tiempos, pero creo que podemos verlo también como uno de los desarrollos posibles del mercantilismo.
     Quizás uno de los casos donde se manifiesta con mayor claridad esta relación entre aceleración del tiempo y mercantilismo, sea en la aparición del reloj de bolsillo (parece que inevntado por Peter Henlein en 1524). Se nos ocurre que, no en balde, éste aparece en pleno desarrollo del mercantilismo, durante su desarrollo, época en la que se sustituye, casi completamente, el tiempo cósmico de la agricultura y los ritmos naturales, por el ritmo artificial e individualista del que espera el mayor beneficio personal mediante la aceleración de las transacciones: se trata de llegar antes que los demás.
     Esa relevancia del tiempo en aumento va creando poco a poco un entramado simbólico y de obligaciones que materializa, de manera más real muchas veces que el hierro de los barrotes de una jaula, barrotes tras cuales está encerrado el ser humano contemporáneo. Frente a esto, se ofrece un panorama de aparente libertad de movimientos, que permite a una gran cantidad de personas desplazarse de un lugar a otro del planeta (ya ofertan incluso viajes espaciales) y llega convertirse en un signo de estatus el desplazarse al mayor número de sitios posible, no importa que en esas visitas no se hayan provechado gran parte de las bondades que puede aportar cada sitio; pero la necesidad de la inmediatez convierte en necesidad aparente el visitar cada vez mayor número de sitios y lo más rápido posible. Cuestión aparte es la de los que han de desplazarse en un penoso peregrinaje para malvender su fuerza o su ciencia de trabajo.
     Es decir, que estamos en un conglomerado social en el que cada cual está en un momento determinado en un sitio concreto: sin posibilidad de elección la mayoría de las veces; y sin embargo, como medida excepcional, durante la pandemia del coronavirus, se restringe la libre circulación, aunque para muchos se otorga la posibilidad de organizar su propio tiempo con el teletrabajo, como nunca ha sido posible y ahora les parece que están perdiendo libertades, En la dimensión espacial puede ser, pero en la dimensión tiempo, en muchos caso con el teletrabajo se están ganando: ¿sabemos realmente los ciudadanos el puesto que ocupamos y el papel que jugamos dentro del conglomerado social?.

lunes, 13 de abril de 2020

Mitos de origen y mitos atribuidos

     Los primeros se refieren a cómo cada cultura ve sus orígenes y explica lo que pretende ser su lugar en el mundo, los segundos están referidos a cómo una cultura ve a otra o a otras distintas de ella mima. Hay otros tipos, como los que reflejan la visión que tienen las culturas dominadas de algún modo de las dominadoras (como los cultos "cargo"); pero de este último grupo no nos vamos a ocupar aquí.
     Los del primer tipo son los más conocidos y se reconocen porque en su trasfondo está el justificar el predominio de un grupo social, un pueblo o, incluso, especie. Aquí podemos poner algunos ejemplos, sin necesidad de hacer una relación exhaustiva de los mismos. Quizás el más significativo es el que relata Virgilio en "La Eneida", donde, bajo, el patrocinio de Octavio, hace una reformulación del mito de origen romano de la loba capitolina y lo complementa para darle lustre al recién inaugurado imperio, el cual ya no puede proceder de una loba o lo que fuera Lupercalia. Este caso es muy claro, porque aparece de una manera muy definida como propaganda de Estado, en la que se justifica el dominio de otros pueblos, como el griego o el cartaginés, muy distintos por cierto, porque fenicios y griegos eran competidores en el comercio.
     Otro caso aparentemente claro parece ser "El cantar de los Nibelungos" recuperado oportunamente por Wagner en "El anillo de los Nibelungos" para justificar de algún modo el expansionismo prusiano.
     Entre los mitos atribuidos podemos encontrar el de las amazonas, el del Minotauro o algunos de los trabajos de Hércules. Entre estos últimos, creemos que también está el mito de la seducción continua, que ya analizamos en 2011. En todos ellos, la cultura atribuidora procura justificar sobre la atribuida su dominio o superioridad. Todos estos mitos atribuidos son de generalizada ocurrencia y sirven de soporte de innumerables prejuicios de unos pueblos hacia otros; lo que en los casos de relaciones desiguales se convierte en el soporte ideal del dominio ideológico de los que ocupan el polo más favorecido de cualquier relación desigual.
  En el caso andaluz, intentamos analizar en el trabajo más arriba mencionado, que los andaluces sufrimos las atribuciones contenidas en el mito doble que dimos en llamar "mito de la seducción continua". Pero esta situación no nos parece que sea exclusiva de nuestra realidad andaluza, sino que, por el contrario, parece una práctica habitual entre las relaciones humanas: se realizan atribuciones de unos a otros grupos humanos y luego esas atribuciones se convierten en estereotipos. En el terreno de la psicología parece ocurrir un fenómeno parecido:nos lanzamos atribuciones sin base real, unos a otros, y luego esas atribuciones acaban convirtiéndose en complejos, relacionándose todo ello con el proceso de la "indefensión aprendida".
     Naturalmente que todos los grupos sociales lanzan atribuciones o tienen prejuicios contra los demás, pero éstos tienen más fuerza cuando quien los lanza tiene algún tipo de supremacía sobre el otro. Cuando nos encontramos en esta situación, el recurso a esta atribución y a los prejuicios como modo de dominación de un grupo a otro, se convierte en un elemento importante del sistema ideológico de dominación de un grupo sobre otro, ya sea étnico, religioso, de género, de clase, etc.
     En el caso que analizamos en su tiempo en El mito de la seducción continua, nos pareció que la visión que se refleja en los dos mitos complementarios de Carmen y Don Juan, en las sociedades en las que se ambientan (en la sevillana en particular y en las del Sur respecto al Norte en lo general), es la de unos personajes totalmente dominados por las pasiones y ajenos a la racionalidad; frente a una Europa regida por el raciocinio y que tiene como paradigma la teoría de las pasiones de Descartes.
     Durante los siglos de mayor auge de la Europa central se va fraguando toda una ideología basada en el empirismo y la percepción, pero no en la experiencia sensible, concediéndosele preponderancia a la primera sobre la segunda, o, lo que es casi lo mismo, a la razón sobre la pasión. Llegados a este punto ya sólo falta atribuirle al norte la razón y al sur la pasión para establecer una relación de dependencia simbólica. En un primer momento, lo desenfrenado lo apasionado se atribuye a lo "latino"; luego, por extensión a cualquier pueblo que esté en una situación de desventaja socioeconómica o a cualquier grupo dentro de una sociedad más amplia, que esté afectado por esa desventaja.
     Se podría dudar de la repercusión que estos mitos pueda tener en el imaginario colectivo, lo cual pondría también en duda la validez de toda nuestra teoría al respecto. Pero es que la calidad de las grandes obras que ofrecen respaldo a ambos mitos y la importancia de sus creadores parecen ir en contra de este, pues esta calidad, repercusión y prestigio de los autores de las obras artísticas o ensayos actúan como instrumento de validación de estos mitos en su contexto cultural. Así Carmen de Bizet o Don Giovanni de Mozart son dos claros ejemplos de esto que estamos diciendo. Incluso en el segundo caso, con la reivindicación italiana de este personaje, todo parece ampliarse al sur en general.
     Lo curioso, también, de estos mitos atribuidos es que pueden ser asimilados por la cultura o el grupo social "sufriente" de los mismos y producir un efecto de sentimiento de culpa colectivo mediante el cual se ve normal que las cosas nos vayan mal: se piensa que porque no somos lo suficientemente racionales ni íntegros nos van peor las cosas. Algunos se llegan a creer que lo propio del sur es el apasionamiento en su versión de irracionalidad y pícaros, en su versión de no íntegros.

sábado, 21 de marzo de 2020

¿Es el flamenco una música popular?

     Si partimos de la base de que sus protagonistas pertenecen a las capas populares de la población, tenemos que decir que sí. Pero si observamos que no todo lo que llamamos pueblo es conocedor o "aficionado" al flamenco, tendríamos que decir que no, que el flamenco es de élites o, desde otro punto de vista, de minorías. Y más aún si pasamos de los llamados cantes livianos, al conocido como cante jondo (en el que predominan los soníos negros o tonos graves y el tempo es más lento); el cual, aunque en indisoluble unión con los cantes más festeros o livianos, obedece a estados de ánimo diferentes, y hasta, si se quiere, filosofías de la vida bien distintas, pero sin que olvidemos que en cualquier reunión se puede levantar un cante de uno u otro signo, quizás preferentemente dejando los festeros para el final, en consonancia con el carácter vitalista del pueblo andaluz.
     Porque a lo que se le llama pueblo le gusta realmente la copla o la canción andaluza (si hacemos excepción de los más jóvenes), más que el flamenco propiamente dicho y mucho menos el cante jondo.
     Pero si consideramos música popular a la música difundida por los medios de comunicación masivos, entonces ya no estamos hablando de nada de eso: porque nos estaremos refiriendo a productos comerciales, fruto de la mercadotecnia, que para nada tienen que ver con el pueblo en su elaboración. Están inspirados por élites financieras, elaborados por personajes del pueblo desclasados y vendidos por élites tecnocráticas. Estamos entonces refiriéndonos a lo que ha sido llamado música pop, inspirada, más o menos, en el flamenco.
     Pero estamos acostumbrados a considerar que el pueblo es la mayoría, y luego están las minorías, sean dominantes o no. Sin embargo, ese gran complejo interactivo, que constituyen los cantes o palos flamencos, no ha sido hasta el momento mayoritario, ni siquiera entre la etnia gitana, en el seno de la cual sí ha habido y hay grandes flamencos. Pero el flamenco es popular, surge del pueblo, aunque se discuta de qué estrato o estratos del pueblo procede.
     Lo que puede ser es que el flamenco -y menos el cante jondo- no sea nunca mayoritario, y no sólo porque esté ligado -aunque no determinado- a una minoría étnica, sino porque exige una sensibilidad y técnica que no todo el mundo es capaz de percibir o sentir. Excepción sea hecha de los trabajos de algunos cantaores de modo, como fue en su momento Camarón.
     No obstante, el flamenco, a pesar de ser minoritario lleva mucho tiempo muy vivo -y este puede ser un rasgo distintivo con respecto a las llamadas músicas o bailes folklóricos; puesto que el llamada folklore generalmente hace referencia a rasgos culturales anclados en el tiempo, aunque aún presentes en la memoria, aunque no vivos, ya que no manifiestan, como sí lo hace el flamenco, procesos creativos y de expansión del patrimonio cultural-.

¿Las tabernas, las ventas, las tribus errantes de gitanos, los campos de labor, las fraguas, los patios de vecinos, las minas, las cuevas...?

     Aquellos que piensan en las tabernas, seguramente se acuerdan de la época de los cafés cantantes, de la "taberna de Lillas Pastia?". Es una visión romántica, ¿pero verdadera?.
     Otros piensan que en las ventas de los caminos, pero obvian la importancia de los núcleos urbanos, siendo una buena hipótesis para la transmisión pero no para la génesis o evolución. Patrimonio de los arrieros.
     Las tribus errantes de gitanos. En este caso serían los campamentos de éstos y su continúo ir y venir, los que serían foco a la vez que elemento transmisor del flamenco. Sin embargo, en Andalucía, no hay datos de que esto haya sido así.
     Otros que las fraguas de los herreros, y abogan por ello los martinetes, aunque los demás palos no parecen estar relacionados con ellas; si bien nos dan una pista de la relación (a veces estrecha) entre trabajo y flamenco.
     Los campos de labor, con ejemplos como los de los cantes de siega, y directamente relacionados con la teoría de los campesinos errantes de Blas Infante.
     Otros que en el medio urbano, siendo su ubicación más habitual los patios de vecinos, Es fácil ubicar muchos palos o cantes en estos lugares, pero todos. Tienen también una función de transmisión, dentro de los mismos patios y de un patio a otro contiguo.
     Las minas, como origen y como transmisión, mientras se realizan las duras labores de la mina, y como alivio de éstas.
     Las cuevas, como hábitats populares en las zonas más montañosas, han tenido un papel con respecto al flamenco semejante al de los patios de vecinos.
     Más modernamente, en el mantenimiento y creación del flamenco, irrumpen con fuerza las peñas flamencas, cuyo número es más grande de lo que parece.
     Una vez vista esta lista de lugares, quizás quede por ver un denominador común.

miércoles, 11 de marzo de 2020

Emotional Development and Psychological Adjustment

Resumen
    En este trabajo realizamos un recorrido por las principales teorías y enfoques que estudian el desarrollo afectivo y los conceptos de ajuste y resiliencia psicológicos. Partimos en el mismo de la idea de que existe una interconexión entre estos tres factores. Para comprobarlo utilizamos datos extraídos de nuestro estudio para T.D.E. (Test de Desarrollo Emocional). Con ellos realizamos las correspondientes pruebas de contraste y establecimos la relación entre las variables estudiadas, junto con las peculiaridades de esa relación.
     De todas estas indagaciones concluimos una estrecha conexión entre desarrollo afectivo y moral, junto con una relación causal de esta dupla con la de ajuste psicológico y resiliencia, apreciando en esta última que no es una constante durante toda la vida de los individuos, sino que transcurre con cierto número de altibajos, no necesariamente patológicos y a la primera como un punto de equilibrio, no como un punto fijo e inamovible.
     Finalmente reflexionamos sobre la aplicación de estas conclusiones a la educación de niños y adolescentes.
Palabras clave: desarrollo emocional, resiliencia, periodos de crisis, educación emocional.

Abstract. In this work we take a tour of the main theories and approaches that studied affective development and the concepts of psychological adjustment and resilience. We start with the idea that there is an interconnection between these three factors. To verify this, we use data extracted from our study for T.D.E. (Emotional Development Test). With them we carried out the corresponding tests of contrast and established the relationship between the variables studied, together with the peculiarities of that relationship. From all these investigations we conclude a close connection between affective and moral developments, together with a causal relationship of this pair with that of psychological adjustment and resilience, appreciating in the latter that it is not a constant throughout the life of individuals, but with a number of ups and downs, not necessarily pathological and the first as an equilibrium point, not as a fixed and immovable point. Finally, we reflect on the application of these conclusions to the education of children and adolescents.
Keywords: emotional development, resilience, periods of crisis, emotional education.

Emotional Development and Psychological Adjustment. Published in: Psychology Research and Applications

domingo, 23 de febrero de 2020

Lenguaje hablado y lenguaje escrito

     De estos dos tipos de lenguaje, el primero de ellos es más fácil para el hablante codificar el mensaje y más difícil para el oyente decodificarlo que el segundo; mientras que con el segundo tipo de lenguaje es más difícil codificar el mensaje y mucho más fácil decodificarlo que con el primero. La cuestión es, en parte, un problema de velocidad de transmisión. Con estos planteamientos es fácil ver cómo se complementan ambos tipos de lenguaje.
     El lenguaje hablado es más fácil de codificar porque sigue la línea del pensamiento y es automático, mientras que decodificarlo es lento, porque sigue el curso lento y lineal de los mensajes sonoros, los cuales, si se transmiten varios a la vez, se interfieren entre ellos.
     Por su parte el lenguaje escrito es más difícil de codificar, porque requiere un entrenamiento, y depende generalmente de la destreza de nuestras manos, ya sea para escribir directamente sobre un soporte como papel, pergamino, piedra, etc., como para escribir indirectamente mediante un teclado o mediante un  software de reconocimiento de voz. Sin embargo, su decodificación es más fácil, porque esta decodificación es visual -al leer-, y porque la vista  permite la entrada de varios datos casi a la vez, al contrario que el sonido, cuya entrada de datos es secuencial y por un sólo canal donde se funden todos los sonidos.
     De todas estas consideraciones previas podríamos deducir que para asimilar información es más rápido el lenguaje escrito, pero quizás no tan eficaz, y para transmitirla es más fácil el hablado, aunque quizás no tan preciso como el escrito. Según nuestros propósitos o según la ocasión es preferible uno u toro y de ambos hay dominar su práctica y manejo.

miércoles, 8 de enero de 2020

Educación y sentimiento de culpa

     Incluso hasta a los más obtusos no se les escapa la relación que existe entre situación social y nivel educativo, de forma que se percibe una relación positiva entre nivel económico de cada persona y el nivel educativo que posee. Y el darse cuenta de esa relación lleva muchas veces a compadecer en exceso a todos los que están en una situación de desventaja relativa en su sociedad. Se olvida en estos casos que no todos están en ella involuntariamente. Excepto si somos deterministas radicales, entendemos que hay muy diferentes maneras de enfrentarse a las dificultades y cada de estas formas está relacionada con actitudes éticas y de comportamiento distintas, por lo que existen muy diversas formas de actuar ante ello.
     Cuando no se perciben diferencias en las razones por las que una persona puede estar en desventaja socio-económico-cultural, se suele caer en la opción demagógica de proponer soluciones iguales. Incluso de suele optar por dedicar más atención a quién menos la demanda, al menos en cuanto a formación se refiere.
     El sistema educativo suele derrochar recursos en quienes no sólo no demandan educación, sino que incluso la rechazan, mientras que a la vez suele escatimársela a quienes la demandan: ¿tiene sentido esto?. Responder a esa pregunta no es algo que se pueda hacer de buenas a primeras: requiere de mucha reflexión y, desde luego, no puede implicar perjudicar a quienes reclaman educación y mimar a quienes menosprecian un bien que es público, recibiendo incluso más atención que los anteriores.
     Es difícil que se le escape a alguien que la falta de oportunidades para vivir de la que adolezca un sistema social, está en relación directa con el grado de rechazo que produzca, incluido su sistema educativo. Pero otra cosa bien distinta es pensar que todos los rechazos se deban a esa causa: hay rechazos  en apariencia arbitrarios y con razones psicológicas que se nos pueden escapar.
     Precisamente de esta confusión procede el sentimiento de culpa de algunos de los que de alguna manera son favorecidos por la sociedad: piensan que los que fracasan es porque no han tenido suficiente apoyo, y ellos sí. Pero esto no es así: todos los grupos sociales tienen su centro y su periferia y la propia evolución de los mismos precisa de esas tensiones, del mismo modo que la evolución biológica necesita de las diferencias para producir el cambio; sólo que la evolución de las sociedades debería respetar, además, los derechos humanos, sin excusas.
     No obstante esto no es una invitación a ignorar a los que son atrapados por las fuerzas centrífugas de la sociedad, puesto que si se ignoran esas fuerzas, cualquier grupo social acaba disuelto.