Los contenidos de este blog van desde la Psicología a la Antropología, pasando por la Historia o la Pedagogía. Esta mezcla abigarrada de disciplinas y temas tiene para mí un sentido claro y este sentido es que todas ellas son ciencias sociales o humanas, intensamente interconectadas unas con otras, debido a que todas ellas tienen un común objeto de estudio: el ser humano. Aunque cada una de ellas tenga su propia metodología e instrumentos de trabajo y de análisis, que les otorgan su propia personalidad.

martes, 13 de diciembre de 2022

Sevilla no es así

      Hay cierto cansancio en Sevilla ante la ola de desafección de muchas personas de su entorno medio, en concreto andaluces.

     Por desgracia, ese no es un fenómeno nuevo, pero tiene un precedente relativamente cercano y una figura destacada en el que fuera alcalde de Málaga, a finales del siglo pasado: Pedro Aparicio Sánchez. Este madrileño de nacimiento y de actitud, basó el gobierno de "su" ciudad en el agravio comparativo con Sevilla. Este modo de hacer ha provocado uno de los peores episodios de lo que en otro lugar denominamos La Némesis Andaluza.

     Como síntoma de esta desafección, desde los años 90, ha caído mucho cieno denostando a Sevilla, cieno que procede de intereses no declarados.  Puede que esos intereses surjan del interior del propio Estado, o al menos de una parte de él. Desde el Sur tenemos la impresión de que los partidarios de la centralización a ultranza, vieron con pánico cómo una parte significativa de la sociedad sevillana lideraba las reivindicaciones andaluzas frente al gobierno ubicado en Madrid.

     A esto se une el que raramente se oye desde otras provincias andaluzas criticar el centralismo desde Madrid. Y sin embargo sí se habla de privilegios de Sevilla, de que Sevilla representa en Andalucía lo tradicional (en realidad insinúan lo viejo y lo caduco), que vive a costa de una estructura burocrática sobredimensionada, mientras que de Málaga pretenden transmitir una imagen de innovación, de modernidad.

     Desde luego, si eso es así, es un fenómeno bastante reciente, pues Sevilla ha jugado desde la antiguedad un papel bastante destacado en innovación y en pensamiento puntero, con respecto a otras ciudades de la península.

    Pasamos ahora a enumerar algunos ejemplos de esto último:

    En esta ciudad, fue organizada la primera vuelta al mundo, unificándose, de este modo, todas las civilizaciones de aquella época en una sola.

     A mediados del siglo xviii, (época de decadencia económica de la ciudad -puesto que se le quita el monopolio del comercio con América, para dárselo a Cádiz-, surge en Sevilla la Real Academia de Buenas Letras. En ella coincidieron, junto con Manuel María del Mármol, su presidente, Reinoso, José María Blanco White, Alberto Lista... Entre todos ellos fueron capaces de fraguar la Junta Suprema que organizó la defensa contra la invasión francesa, y que fue la encargada de reclutar el ejército que derrotó a las tropas napoleónicas en Bailén. Tras la toma de Sevilla, esta misma Junta se trasladó la Junta Suprema en su repliegue a San Fernando primero y a Cádiz luego.

     Tras otra grave crisis -la del 92- se impulsó en ella la generación del 27, gracias a los actos organizados por su Ateneo, para homenajear al cordobés Luis de Góngora. Vertebrándose, de este modo, todo el movimiento intelectual y artístico de España en el siglo xx.

     Cuando surgieron las reivindicaciones por la autonomía en 1977, en la ciudad de Sevilla surgió el impulso principal que desembocó en las movilizaciones de 1977.

     Unos años más tarde, diversas iniciativas surgidas en la misma ciudad, acabaron desencadenando las transformaciones del 92, que los lerdos o los malintencionados atribuyen a los gobernantes de entonces, en lugar de reconocer que fueron fuerzas y dinámicas sociales surgidas en la ciudad de Sevilla, las que acabaron desencadenando dichas transformaciones.

     El caso es que quienes ven esas oposiciones dentro de Andalucía, no arece sino que, consciente o inconscientemente, quisieran repetir el modelo del Estado, que tantos sinsabores nos está proporcionando. Bicefalia entre dos núcleos de poder (en el caso de España, Madrid y Barcelona, uno que se auto-atribuye la representación de lo tradicional y otro la de lo progresista); mal haríamos los andaluces si seguimos dejándonos llevar por este modelo tan maniqueo.

jueves, 10 de noviembre de 2022

Las fuerzas que tensionan la campana de Gauss

     La llamada campana de Gauss es conocida también como la "curva de normalidad". Esta imagen es conocida por muchas personas, pero las posibles irregularidades algunas menos.

     En el ámbito de la educación, a veces nos olvidamos de una característica de ésta que es la curtosis; es decir el mayor o menor apuntamiento de la misma.

     Una vez que observamos esta característica, habría que intentar explicar los casos que se salen de la norma.

     ¿Por qué en algunos casos el tramo central aparece como aplanado, como si algo tirara de él hacia abajo?


     En Educación dos áreas en las que ese fenómeno puede aparecer: la de los rendimientos y la de las capacidades. Y no podemos sino considerar qué tipo de factores ambientales "tiran" de la curva hacia abajo, aplanándola. Expectativas de progreso, basadas o no en la educación, deficiencias del sistema educativo, déficits previo de formación, empobrecimiento cultural (culturas de la marginalidad o del rechazo indiscriminado...), entre otros muchos...

     En el caso de los tests de inteligencia es un problema de más difícil solución, puesto que requiere averiguar qué porcentaje de la variabilidad es atribuible a la "fuente de error" en que se constituyen los factores antes mencionados. Es decir, en el caso que nos ocupa, ¿a qué se debe la deformación de la curva de Gauss, no sólo en cuanto a una disminución de la curtosis o, más aún, el desplazamiento de la Moda hacia la izquierda, produciendo una clara asimetría?


     O, más aún, ya que sospechamos las causas que lo provocan (entre las que destacamos la alta contaminación cultural de los tests empleados o la alta desmotivación para hacerlos), lo que en realidad nos preocupa más de este hecho es qué porcentaje debemos atribuir a esta variable de error, para no tener que tirar a la basura los resultados obtenidos.

     Así pues, necesitamos ayuda de los estadísticos en este asunto. Mientras tanto tendremos que conformarnos con hacer un uso orientativo de estos resultados, o buscar en ellos unos buenos predictivos del rendimiento académico, debido a la presumible influencia de la motivación en los mismos.

     Lo que sí parece es que ese aplanamiento de la curva (curtosis negativa) parece deberse a una "fuga de datos" desde las posiciones centrales hacia la izquierda; es decir hacia los valores negativos de la curva. Como un vaciamiento, testimonio de que parte de la muestra que podría estar en valores centrales, se queda rezagada, a causa de ineficacia del sistema, que cuando no se identifica puede ser considerads como error estadístico.

     Lo anterior vale con respecto a los valores académicos, pero los resultados son aún más alarmantes con respecto al rendimiento en los test de inteligencia, ahí parece que lo que se ha desplazado no es la curva, pues ésta parece regirse por el principio de normalidad -más o menos- y tampoco tiene una excesiva o escasa curtosis; es que parece que lo que se ha desplazado hacia la derecha es el eje de ordenadas y todo esos valores de la curva se desplazan hacia la izquierda; es decir, hacia el lado de los bajos rendimientos

martes, 27 de septiembre de 2022

¿Qué es flamenco?

      Es una pregunta habitual, sobre todo entre quienes tienen interés en meter confusión respecto al flamenco.

     No debería haber confusión si partimos de la idea de dónde surge. Pero si mantenemos la actitud de darle la espalda a la Historia, en éste y en otros muchos temas, la explicación de su naturaleza se vuelve imposible.

     El flamenco surge como expresión. de identidad andaluza, sobre otras diversas bases culturales, y aprovechando, que en Occidente aparece el gusto por lo exótico. Gusto que, a su vez, es el resultado del redescubrimiento de oriente a finales del dieciocho y durante el siglo xix por parte de la llamada Europa occidental, para la que el próximo oriente ha dejado de ser una amenaza y, fruto de su decadencia, se va convirtiendo en zona destinada a ser colonizada. Es como si las potencias hegemónicas establecieran el permiso de acoger todo cuanto de exótico anduviera hasta entonces semioculto. Podemos explicar de este modo el surgimiento del majismo, que viene a ser como una expresión de identidad popular, que el poder establecido no percibe ya como una amenaza para su hegemonía, y que despierta cierta simpatía, entre los que están en la cima del poder.

     Así pues, el flamenco surge como una expresión de identidad largo tiempo ocultada, que tímidamente va volviendo a la luz, pero con formas distintas  a las iniciales.

     Por lo tanto, si el flamenco es en su origen una expresión de identidad, ¡por razón de qué no ha de seguirlo siendo, y, como consecuencia, ¿no es caso necesario decir, que si esa música que utiliza modos y técnicas del flamenco, si no hace alusión a esa identidad, no es realmente flamenco, sino una imitación, más o menos afortunada?

     Ahora bien, ¿qué identidad? ¿una identidad étnica?, en ese caso ¿qué etnia o etnias?, ¿una identidad territorial?, ¿qué territorios?, ¿una identidad nacional?, ¿qué nación?, ¿nación política o nación cultural?

     Respondamos como respondamos a esas preguntas, nos parece claro que si el que interpreta flamenco no se siente andaluz, bien por empatía o bien por identidad, lo que interprete no es flamenco: es una burda imitación.

     Pondremos un ejemplo para explicar más claro nuestro punto de vista: si un japonés o japonesa se siente andaluz cuando interpreta flamenco, eso creemos que es flamenco; pero un andaluz, cuando interpreta flamenco, y solo está interesado en su lucimiento personal, eso sólo es, desde nuestro punto de vista, la obra de un falsario esteticista.

sábado, 10 de septiembre de 2022

Sea payo o gitano, el flamenco es andaluz

     

     Hemos querido reflejar en este cartel nuestra convicción de que el flamenco es andaluz y su naturaleza es tanto "paya" como gitana. Como ejemplo, hemos querido recordar al matrimonio formado por Pepe Pinto (payo) y por Pastora Pavón (Niña de los peines) que  era gitana. Los dos, estupendos cantaores del barrio de La Alameda de Hércules, de Sevilla, en la primera mitad del siglo XX.


O, si queréis imprimirlo:



 

martes, 23 de agosto de 2022

La ciudad prohibida

     Recordando el conocido apelativo otorgado al conjunto palaciego de Beijing, nos preguntamos si en Sevilla no habrá también algo así como una ciudad prohibida.

     El primer pensamiento se nos va a la gentrificación, pero sospechamos que se trate algo diferente.

     En numerosas ocasiones he observado que las líneas de autobuses que van a los barrios periféricos suelen vaciarse en la ronda de circunvalación intermedia: la Ronda del Tamarguillo.

     Hace poco les pregunté a unos adolescentes que cuál era la torre más famosa de Sevilla, y después de pensarlo mucho me dijeron que la torre Pelli.

     Después de recobrar el aliento tras esta respuesta, intentaremos explicárnosla. Si es que se puede...

     En Sevilla no existe, desde luego, ningún tipo de apartheid, entonces ¿a qué se debe ese comportamiento?

     No obstante, a pesar de que nos sorprenda esta automarginación, a veces encontramos posibles causas: hace poco nos comentaba una alumna de máster universitario, residente en Tres Barrios (Las Candelarias, Los Pajaritos y Madre de Dios), que en una ocasión intentó hacer uso de la Biblioteca del distrito de Nervión y le espetó alguien del personal de esta Biblioteca que ella debía hacer uso de la de HYTASA, que le quedaba bastante más lejos. Como se suele decir: una golondrina no hace verano, y esperamos que fuese "sólo" un caso de indolencia laboral o claros prejuicios personales

     El extrañamiento de ciertas partes de la ciudad para parte de sus ciudadanos se parece más a la interdicción de los Sancta Santorum. No porque haya una interdicciôn real, sino porque se está ante la reserva que produce lo desconocido.


En la página http://midiariourbano.blogspot.com/2011/09/la-imagen-de-la-ciudad-segun-kevin.html?m=1 hemos encontrado esta gráfica representativa de la teoría de Kevin Lynch.

     Con ella quizás podamos explicanos mejor la diversidad que hay en  los comportamientos de las personas en el interior de las ciudades. Podemos entender, por ejemplo, que cualquier elemento del paisaje tiene multitud de significados, y que lo que para unos es un borde, para otros puede ser un hito o un nodo.
     Quizás ocurra que esos muros invisibles son el reflejo de las distintas dinámicas que se desarrollan en las ciudades, las cuales hacen que lo que para un grupo social es un límite, para otros es una senda (como en el caso que estamos viendo).
     De modo que los roles que desempeña cada ciudadano en esta sociedad tan segmentada, hacen que estos se representen a sí mismos los espacios sociales de una manera que les veda unos y los invita a utilizar otros.

sábado, 4 de junio de 2022

Civilización, cultura y costumbre

      Se podría decir que por Andalucía han pasado distintas civilizaciones, pero se ha mantenido una misma cultura. Siendo optimistas, desde luego. También podríamos decir que dentro de esa misma cultura se podrían distinguir distintas "costumbres".

     Acaso podría decirse que lo de las civilizaciones es cosa de la Sociología y lo de las culturas de la Antropología. Pero eso sería una simplificación. Porque de las civilizaciones también se ocupa la Historia, la Filosofía, la política...

     Por otro lado, nos preguntamos si ese transitar de las culturas, a través de las civilizaciones es exclusivamente andaluz o si se da en otros lugares. Posiblemente sea de esta última manera, porque las culturas suelen estar más apegadas a sus entornos, aunque estos cambien mucho, están más protegidas que las civilizaciones, de los vaivenes que produce la historia.

     Y continuando con el desarrollo de nuestra idea, podríamos decir que, actualmente, la cultura andaluza, tiene dos costumbres: la paya y la gitana. y si con el devenir del tiempo, alguna otra etnia se integrara en nuestra cultura, lo ideal sería que esa costumbre no fuera ni excluida ni excluyente.

     De cualquier modo, parece que la cultura tiene más que ver con la identidad, mientras que las civilizaciones tienden a ser más alienantes, porque en su proceso de expansión, arrasan las identidades, y, por lo tanto, son despersonalizadoras.


Diferencias entre civilización, cultura y costumbre

     Aparentemente, las únicas diferencias entre cultura y costumbre son superficiales. Luego, en la práctica, son las diferencias en las costumbres de payos y gitanos, las que más dificultades provocan, para la convivencia ¿son éstas entonces las que definen la identidad?

     Claro que estos razonamientos tienen sentido cuando nos referimos a una cultura genuina; es decir, tal como lo entendemos nosotros, cuando esa cultura es producida por los mismos que la producen: son copartícipes.

   Acercándonos al terreno de lo práctico, ¿hasta qué punto pueden modificar los gitanos su "costumbre"  sin dejar de ser ellos mismos?, ¿hasta qué punto pueden hacerlo los musulmanes sin dejar de serlo? ¿y los andaluces podemos continuar siéndolo al dejar nuestras costumbres inveteradas?

     O lo que es lo mismo, ¿tiene un gitano que tener fiestas hasta las tantas para seguir siéndolo? ¿tiene una mujer musulmana que llevar velo para seguir siéndolo? ¿tiene un andaluz que ser capillita de manera ineluctable?

     ¿Existen costumbres prescindibles, a las que podamos evitar, en aras de una mejor convivencia entre etnias de un mismo país?

     También nos preguntamos si es la costumbre lo que hace distinguir a una etnia de otra, en el supuesto caso de que pertenezcan a una misma cultura.

     Nuestro antiguo profesor, Esteva Fabregat, venía a sugerir que las etnias eran el germen de las naciones. Creemos que pensar eso puede llevarnos a laberintos como el palestino. Estas premisas nos parecen reduccionistas: confunden el nivel político de la realidad con el antropológico, induciendo a veces al secesionismo, en lugar de a la convivencia.

     Reduccionismo éste, que pretende que todo lo referente al ser humano, es política, y el cual es  bastante común, pero no menos común que su contrario: la negación de la política, que suele coincidir con el autoritarismo.

     El reduccionismo político, procura manipular las identidades: culturales, étnicas... con argumentos pretendidamente universales; el negacionismo político simplemente iguala cultura y etnia (o raza, en el peor de los casos) y sólo concede su derecho a existir a la cultura o etnia dominantes.

     También podemos preguntarnos qué diferencia hay entre etnia y cultura. Ya hemos supuesto que la segunda puede incluir a varias de las primeras, pero esa es una afirmación que precisa de su correspondiente demostración.

     Si analizamos algunos casos concretos, podremos entender mejor las diferencias entre estos conceptos:

     Por ejemplo, en el caso palestino coexisten dos civilizaciones: la occidental (a la que se han acogido -en un tiempo relativamente reciente- los defensores del Estado de Israel) y la islámica, además de la comunidad cristiana, de compleja adscripción. No se puede decir que haya una única cultura en dicho Estado, aunque sí parece que hay coincidencias en muy diversas costumbres.

     Podemos considerar que un grupo de personas, que son portadores de una misma cultura, pertenecen a ella porque son protagonistas de una serie de "productos" culturales (lengua, costumbres, música, etc.), que en sus mentes o en las de otros están relacionados. A ese grupo de personas lo llamamos etnia, y en las sociedades complejas, es interclasista; es decir, puede atravesar todos los segmentos de una "unidad social": Pero en estos casos, como en el andaluz, los miembros de una etnia, tal vez no sea necesario que compartan una cultura completa, sino algunos de sus productos. Y pueda que esa afirmación valga casi para cualquier etnia.

     Podemos compartir algunos valores éticos básicos como el espíritu abierto, pero diferenciarnos hasta en los tipos de profesiones. Coincidir en ciertas costumbres como las de procesionar las imágenes religiosas, pero no en la "prueba del pañuelo", dar un papel importante a la música, pero no exactamente a la misma. Viendo todas estas peculiaridades, vamos abandonando paulatinamente un concepto monolítico de cultura, y lo sustituimos por otro más flexible, que facilita la convivencia.

     Otro caso aparentemente complejo es el belga: un país cuyas dos culturas, según lo que podemos percibir desde nuestro entorno, las cuales podemos considerar pertenecientes a la civilización occidental, si bien una más próxima al mundo francófono y la otra al germánico. Cada una de estas culturas vinculada a una etnia, con una historia particular (real o percibida) y con costumbres que, desde aquí, intuimos diferentes entre sí. Sin embargo, las "mors maiorum" comunes ambas etnias, deben jugar un papel cohesionador aquí, a pesar de las diferencias interétnicas.  Como quizás ocurra en Canadá.


¿Qué es una civilización?

     En principio, cabría decir que una civilización es un conjunto de culturas, que tienen en común una religión, unas ideas, un sistema económico, determinadas costumbres... todas estas cosas, o sólo algunas de ellas. Pero de este modo podemos caer en algún tipo de reduccionismo: o antropológico o sociológico, porque podría afirmarse con estos planteamientos que las civilizaciones son agrupaciones de culturas, o que las culturas son sub-civilizaciones, dependientes de una civilización superior.

     Pero entonces, ¿qué sentido tiene nuestra afirmación de que por Andalucía han pasado diversas civilizaciones, pero se ha mantenido, en cierto sentido, una continuidad cultural? Resulta imposible responder a esa pregunta, si no abandonamos decididamente el reduccionismo socio-antropológico.

     No obstante, si prestamos especial relevancia a la costumbre en este análisis, pudiera parecer que volvemos al folklorismo; pero la realidad es que es preciso documentar los rasgos que definen a las culturas (¿cómo si no?).

viernes, 3 de junio de 2022

Cante liviano, cantes festeros y "flamenquito"

      ¿Significan lo mismo las tres expresiones? Desde luego, por lo que respecta al uso del lenguaje, no.

     La expresión cante liviano es la más clásica, y se formula en oposición a lo jondo; es decir que es más superficial y se dirige menos al sentido profundo de las cosas, aunque eso, en muchas ocasiones, es más aparente que real, pues en el cante liviano suelen encontrarse también reflexiones profundas. Se suelen referir a alegrías, tanguillos, fandanguillos, tientos-tangos...

     Los cantes festeros, por otro lado, pueden ser algo parecido, haciendo énfasis en su carácter festivo. Generalmente se hace mención con esta expresión a bulerías, zambras, tangos, rumbas...

     El "flamenquito" parece otra cosa: en Andalucía solemos utilizar el diminutivo como forma cariñosa. Pero también puede ser una forma de quitar importancia. Suele utilizarse esta expresión cuando se trata de un cante con poca exigencia, destinado a relajarse sin más preocupaciones. Pero ocurre que flamenco sin exigencia parece algo antitético a flamenco. No tener exigencia, ¿no nos lleva a la adulteración? Suele ocurrir.

     Así pues, según estos razonamientos, si la expresión "flamenquito" conlleva un matiz cariñoso, ello comporta abrir la puerta a la adulteración; como así ocurre en la realidad.

     Aunque tenemos nuestra opinión, no vamos a decir aquí quienes creemos que adulteran el flamenco, porque no somos crítico, sino antropólogo, y no sabemos tanto como para poder señalar a quién adultera el flamenco, pero dejamos señalado el dilema; que cada aficionado decida.

    Sin embargo, sí podemos apuntar algunos criterios acerca de la calidad del flamenco: porque no todo vale. El primer criterio puede ser el compás, el segundo la entonación, el tercero la sencillez y el cuarto el aliento poético. Ahí es nada.

     Otra forma de establecer distinciones entre unos cantes u otros son las expresiones "cante grande" y "cante chico", con parecidas connotaciones a las anteriores, pero en este caso decantándose el hablante por otorgar mayor importancia de algunos cantes sobre otros.

domingo, 24 de abril de 2022

La capitalidad de Sevilla

     Si pensamos que la península ibérica es un subcontinente, y que el valle del Guadalquivir es una región geográfica, claramente definida dentro de ese subcontinente, formando una sólida región económica-social-ecológica-cultural y paisajística, constituida por ese valle, con la contra-ladera del mismo hacia el Mediterráneo; y si recurrimos a la "Teoría de los lugares centrales" del geógrafo alemán Walter Christaller, y la aplicamos a esta región tan claramente definida, y además supusiéramos, en un hipotético caso, que no existiera Sevilla, tendríamos que plantearnos crearla en el mismo lugar que está: porque ahí debería estar la capital de Andalucía. Pues todas las líneas de tráfico de mercancías, de intercambios de población, de difusión de ideas y de otros elementos de la superestructura, parecen transcurrir desde la cabecera del Guadalquivir hacia el mar, cruzándose en Sevilla con la que atraviesa la península de sur a norte, por la Ruta de la plata. Cruzándose también en Sevilla con la que comunica el calle con la contraladera, a través del paso (geográfico, económico y cultural) de Ronda. Sería necesario situar una ciudad en ese lugar central, para que pudiera funcionar de manera eficaz.

     Entonces, en el caso de Sevilla, ¿por qué se discute tanto su capitalidad?. o peor aún, ¿por qué se boicotea esa capitalidad? Porque parece que Sevilla (y en otros momentos Córdoba), ocupa de manera natural (y no espúrea) un lugar central en el sistema de ciudades andaluz.

     Somos conscientes de que aunque Andalucía sea una región geográfica claramente definida, y un sistema social cuyas dinámicas internas, pueden explicar por sí mismas su evolución, mantenimiento o desaparición. Sin embargo no deja de ser un subsistema de otro mayor. De este modo, al ser un subsistema de otro mayor (¿y cuál no lo es?), está sujeto a tensiones que complican sobremanera la explicación del juego de fuerzas socioeconómicas que actúa en Andalucía. Es decir, que tensiones exteriores distorsionan la vía natural de la red tejida en torno a los lugares centrales, amenazando, como consecuencia, la identidad del territorio andaluz, el cual se convierte, al estilo colonial, en subsidiario de otras redes urbanas y socioeconómicas de la península.

     La superposición de las redes urbanas, socioeconómicas, de comunicación y culturales, peninsulares, produce un dislocamiento de las redes andaluzas, con resultados imprevisibles para ellas. O no tan imprevisibles: la consecuencia puede ser el dislocamiento de las redes urbanas "naturales" por otras más poderosas (muchas veces políticas), que en el caso de la península ibérica pueden ser las creadas por los dos centros políticos principales: Madrid y Lisboa.

     Un origen de las tensiones internas, dentro del sistema de ciudades andaluz, puede ser la manipulación externa que se hace del sistema de ciudades andaluz, alimentando la falsa idea de que el conjunto socio-económico y cultural, que se llama Sevilla, debe su progreso a malas artes o a ayudas externas, cuando es precisamente lo contrario. Y otro origen, aún más persistente y correoso, puede ser la persistencia en una parte apreciable de los andaluces y andaluzas, de la idea de que los bienes son limitados (idea propia de los pueblos de mentalidad folk   -R. Redfield-) y opuesta la utópica de ciertos plutócratas de que el crecimiento no tiene fin (afines quizás a Keynes), que ignoran la posibilidad de un "crecimiento sostenible".

     Ante estas dos actitudes enfrentadas, la alternativa sensata de la sostenibilidad, no tiene aún en Andalucía el apoyo debido, y andamos echándonos en cara lo que tiene el otro, creyendo, insensatamente (si creemos que los bienes no son limitados) que lo que el otro gano es porque nos lo ha quitado a nosotros. E aquí uno de los orígenes del posible cainismo andaluz.


viernes, 15 de abril de 2022

Revista digital Córdoba flamenca

Esta revista digital nos ofrece interesante información sobre el flamenco; aquí ponemos uno de sus artículos.


Córdoba flamenca 

sábado, 12 de marzo de 2022

Flamenco








Dos ideas de cartel. Dos cantaores del Zurraque de Triana: Márquez el zapatero y Antonio el Arenero. Payos y gitanos  unidos por la Soleá, en la Peña Trianera.

viernes, 4 de marzo de 2022

Identidades concéntricas

     Las personas solemos identificarnos con aquellas otras personas o cosas con las que establecemos un vínculo. A partir de esos vínculos se establecen las llamadas identidades, que consisten en incorporar a la propiedad rasgos que se le atribuyen a la identidad grupal a la que reconoce pertenecer.

     Las identidades pueden, además, fraguarse en torno a un territorio (identidades locales o nacionales), a la consanguinidad (identidades familiares o tribales), a un oficio (gremiales), a unas creencias (religiosas), ideológicas, lúdicas, deportivas (en torno a equipos, clubs o deportistas en concreto...)...

     Como es lógico, las identidades individuales se forjan en torno o a partir de la combinación de las diversas identidades a que se adscribe o lo adscriben a cada uno. Y además, con diferentes grados de intensidad en cada una de ellas.

     Utilizando estas herramientas de análisis, podemos ver que en unas personas predomina más una identidad y otras otra. Como en los casos de las identidades étnica-familiar o en la territorial. Si son demasiado extremas las importancias de esas identidades en una persona concreta (podemos decir: hiperplasia de la misma), ello puede considerarse una patología personal y/o social (si es que en este último caso le ocurre a la mayoría de las personas de un determinado grupo social).

     Hasta ahora hemos planteado algunas herramientas teóricas para entender las identidades:

  • que las identidades son varias y pueden superponerse y
  • que las identidades pueden tener intensidades diversas en cada persona.

     A estas dos premisas añadiremos que:

  • las identidades son concéntricas.

     Esto último, quiere decir que se definen en capas, de mayor a menor proximidad. Por ejemplo, la identidad territorial o de vecindad es más fuerte con un territorio próximo y se debilita conforme la distancia física aumenta. La identidad es más intensa con los grados de consanguinidad primeros y se debilita en los sucesivos. Es más intensa mientras los rasgos culturales sean más parecidos y se debilita cuanto más se ajan. Es  más intensa cuando la situación socioeconómica es similar y se debilitan cuando lo es menos. Es más intensa cuando el desempeño profesional es más similar y disminuye cuando los roles relacionados con la profesión van siendo más dispares. Es más intensa cuando los gustos estéticos son más similares y menos intensa a medida que se distancian del patrón de cada individuo, etc.

     ¿O deberíamos decir que todo eso ocurre cuando somos sensibles a la experiencia y vinculamos más nuestra identidad a lo que está más próximo, dejando para un segundo rango las abstracciones?

     Hay un ejemplo que se pone frecuentemente: el de la cultura: hay una suerte de identidad en torno a la cultura más próxima, familiar o local, pero también hay identidades que se basan principalmente en lo general, la cultura en sentido general, antes que en los elementos culturales más próximos a la experiencia cotidiana de cada uno. ¿Es eso una aberración?, nosotros creemos que sí. ¿Es una aberración renunciar a encontrar los invariantes de las distintas culturas, que definan patrones comunes a todas ellas? También creemos que sí. Lo primero nos parece entreguismo, lo segundo campanilismo.

    Con las identidades locales sucede algo parecido: a menudo se superponen los intereses de la agrupación superior, y a ella se supedita la más local: eso que se disfraza de nobleza, es una distorsión de los verdaderos sentimientos: es falso que se pueda sentir mayor vinculación más fuerte a lo más exterior de nuestra identidad, que a lo más interior; si así ocurre es porque una fuerte distorsión ideológica actúa como mecanismo de subordinación delas entidades más locales alas de orden superior: ¿quiere esto decir que no pueda darse el sacrificio altruista de una persona en pos del bien común?, no, no quiere decir eso, porque en ese caso es solo el individuo solo el que se sacrifica, en el otro ofrece como víctima otros,  próximos a él.

  • Las identidades sin inclusivas. Varias identidades pueden formar una identidad de rango superior, que aparece de modo emergente, a la manera de la Koiné griega (en la que la rabiosa "centricidad" de las ciudades-Estado se rompe con la identidad de la Hélade. Se oponen de este modo, en equilibrio inestable, "centricidad" versus "inclusión".


Transversalidad de las identidades 



    • identidad asumida
    • identidad adquirida
    • identidad adscrita

La base de la identidad es el proceso de identificación y, por ende, el establecimiento de un vínculo

miércoles, 5 de enero de 2022

El flamenco como expresión de identidad

     Si hay dos cosas que unen a flamencos gitanos y a flamencos payos, una es el territorio, entendido como espacio humanizado. Se puede percibir eso en que muchos de los palos, o sus variantes, tienen como apellido algún lugar de Andalucía: alegrías de Cádiz, Granaínas, Malagueñas... También cantaores y cantaoras o tocaores, tendrán el nombre de su lugar de origen como apelativo artístico: Camarón de la Isla, Naranjito de Triana, Fernanda y Bernarda de Utrera...

     Si bien esta tendencia comparte importancia con la filiación por parentesco: Paco
de Lucía, Niño Ricardo, Pepe el de la matrona, el Niño Gloria... podemos ver en estas denominaciones una consecuencia y una expresión de la importancia que el territorio, como espacio humanizado, tiene para los flamencos.

     Otras veces se hace alusión a oficios, etc., pero lo que aquí nos preocupa es saber qué representa el flamenco como expresión de la identidad andaluza, que a veces aparenta entrar en conflicto con la identidad gitana, o incluso con la identidad española (basándose en el hecho de que hay numerosos interpretes y aficionados al flamenco, que no son andaluces o, ni siquiera españoles). Para comprender la importancia que, para la identidad andaluza, tiene el flamenco, nos viene bien analizar la relación de los flamencos con el territorio.

     La segunda que nos une, el otro punto de unión es el compás, como ya hemos dicho y éste es la base de toda la música andaluza. En Andalucía gitanos y payos pueden "no tener oído", pero deben tener compás, so pena de censura social: quien no sabe al menos tocar las palmas es un "lacio", o, lo que es peor: un "saborío" (sin sabor).

    El flamenco es, probablemente, resultado de una expresión cultural que ha sobrevivido a varias civilizaciones; y de algún modo ignoramos cuál es su raíz. Cada una de esas civilizaciones ha ido dejando su impronta, por eso se le atribuyen varios orígenes. El mismo Julián Ribera ya opinaba, hace más de un siglo,  que las raíces de soleares y playeras, por poner sólo dos ejemplos, estaban en formas musicales de hace casi mil años (con la repetición de los acordes La, Sol, Fa, Mi). Independientemente de que esta afirmación de Ribera parece abogar por la tesis de que la etnia andalusí esté subsumida por las otras dos que se asientan en el territorio andaluz, lo que sí se puede manifestar también es que los orígenes del flamenco son remotos, y que se puede sospechar que algunos de esos orígenes pudieran remontarse a épocas anteriores a la de Al Andalus.

     Resulta pueril pensar que esta expresión cultural haya surgido de la nada en los siglos xviii o xix. No es posible que surja algo tan complejo, en tan poco tiempo. Tampoco creemos que sea el "invento" de alguien. Ya dijimos que no creíamos que las nubas surgieran sólo por la inspiración de Ziryab. Si nos remitimos a tiempos más cercanos, hemos visto cómo los compositores "cultos" o profesionales, frecuentemente toman los aires populares para hacerlos más sofisticados (el mejor ejemplo es nuestro Manuel de Falla, pero hay otros muchos en la música culta europea), no al revés (excepción hecha de las óperas y zarzuelas), por lo que las nubas, cuyo parentesco con el flamenco es de ciegos no ver (o de sordos no oír), podemos presumirlas anteriores a Ziryab. ¿cuánto de anteriores?. Y si ocurre eso de tomarlas de tomarlas de la música popular, ocurre con las nubas, otro tanto podría ocurrir con el flamenco.

     Si hemos comenzado esta comparación con las nubas, vamos a continuar ahora con ellas, por ver si nos aclara esta comparación, algo de las raíces del flamenco:

   Mientras el flamenco no tiene un orden preestablecido, la música andalusí del norte de África sí.

    Mientras el flamenco se canta individualmente (excepto sevillanas y fandangos).

     Pero mantienen similitudes técnicas que ya hemos mencionado y que apelan nuevamente a la antigüedad de sus orígenes, aunque éste posteriormente evolucionara como tal.


     Pero volviendo a la afirmación inicial, sobre la importancia del territorio, creemos que éste es el verdadero aglutinador en el flamenco, ya que ha hecho de la convivencia entre payos y gitanos un elemento imprescindible donde han interactuado sus respectivos elementos culturales, los arcanos rítmicos y tonales, propios del sur de la península ibérica y las vivencias y facilidad de asimilación y recreación de los gitanos.

     Si bien parece que el principal aglutinador social para los gitanos, parece ser la consanguinidad, en cambio para los payos parecen ser las relaciones de afinidad o incluso laborales. Pero para ambas etnias tienen el territorio como aglutinador común, porque sólo en Andalucía los gitanos se hacen sedentarios y aman tanto su tierra como los payos: ésta quizás una clave fundamental del surgimiento del flamenco; la convivencia de payos y gitanos y los intercambios culturales que se producen entre ellos.

     Por este motivo, entre otros, el flamenco se erige en rasgo de identidad andaluz: ligado a la tierra y a sus dos etnias más significativas: gracias al territorio humanizado que es Andalucía, se solapan dos estructuras sociales: una cuasi tribal -la gitana- y otra estructurada principalmente en torno a relaciones de afinidad, basadas en el trabajo -gremios-, en la religión -hermandades y cofradías-, deportivas -clubs de fútbol-, de amistad..., etc.

     Y todo esto es posible porque la etnia gitana en Andalucía se hace sedentaria y convive, generalmente, en paz con los otros residentes. Gracias a esta coincidencia espacial se produce el intercambio entre estas dos subculturas que forman la andaluza, y que ha resistido gracias a la música y otros rasgos, el paso de diversas civilizaciones que han quedado impregnadas por su creatividad.


     Hay también otra cuestión sobre la que sería interesante reflexionar: ¿es el flamenco un arte popular? Si nos atenemos a quienes son sus principales intérpretes o creadores, se ve claramente a capas medias y/o humildes de la población. Sin embargo, es minoritario, y percibir sus cualidades requiere un aprendizaje y un cultivo de la sensibilidad musical y artística. Pero si requiere cultivarse, ello quiere de ir que es "culto"; es decir, que es minoritario no como atributo de marginación, como algunas veces han querido adjudicarle, sino como cualidad de personas formadas, con un gran cúmulo de conocimientos, si bien esos conocimientos no son patrimonio de las clases dominantes de la sociedad, sino todo lo contrario.

    El flamenco es, pues, un arte popular y culto a la vez, pero de una cultura que, casi nunca, poseen los privilegiados de la sociedad. Es un arte sofisticado, pero no decadente y ello quizás sea una de las razones de su fuerza, la otra será la de su papel de identificador del pueblo andaluz, basándose en el apego al territorio; un territorio por el que han pasado varias civilizaciones, lo que seguramente ha hecho a los andaluces más proclives al intercambio cultural.


Una última reflexión, ¿por qué la música actúa como principal aglutinador de la identidad andaluza?

     En 2001 presentamos un trabajo sobre el orfismo andaluz, en el que analizábamos, basándonos en una reflexión sobre la teoría de Ruth Benedict, la importancia de la música en la cultura andaluza. Ahora también afirmamos que, esa importancia, hace que descanse sobre ella gran parte de la identidad andaluza.

     Y ello vale para la etnia gitana tanto como para los payos; si bien es cierto que en los segundos predominan más los cantes grupales y en los primeros los individuales. Pero ambas etnias con al menos dos denominadores comunes: territorio y compás. Ambos garantizan la cohesión entre ambas etnias por un lado (hay un modo fácil de identificar a un "guiri" en una fiesta: es el que da la última palmada cuando ya todo ha acabado).

     Y el territorio como anclaje de la identidad, que se manifiesta gracias a cada uno de los cantes, cantaores, tocadores, bailaores, aficionados que se sienten ligados a ellos.