Los contenidos de este blog van desde la Psicología a la Antropología, pasando por la Historia o la Pedagogía. Esta mezcla abigarrada de disciplinas y temas tiene para mí un sentido claro y este sentido es que todas ellas son ciencias sociales o humanas, intensamente interconectadas unas con otras, debido a que todas ellas tienen un común objeto de estudio: el ser humano. Aunque cada una de ellas tenga su propia metodología e instrumentos de trabajo y de análisis, que les otorgan su propia personalidad.

sábado, 4 de junio de 2022

Civilización, cultura y costumbre

      Se podría decir que por Andalucía han pasado distintas civilizaciones, pero se ha mantenido una misma cultura. Siendo optimistas, desde luego. También podríamos decir que dentro de esa misma cultura se podrían distinguir distintas "costumbres".

     Acaso podría decirse que lo de las civilizaciones es cosa de la Sociología y lo de las culturas de la Antropología. Pero eso sería una simplificación. Porque de las civilizaciones también se ocupa la Historia, la Filosofía, la política...

     Por otro lado, nos preguntamos si ese transitar de las culturas, a través de las civilizaciones es exclusivamente andaluz o si se da en otros lugares. Posiblemente sea de esta última manera, porque las culturas suelen estar más apegadas a sus entornos, aunque estos cambien mucho, están más protegidas que las civilizaciones, de los vaivenes que produce la historia.

     Y continuando con el desarrollo de nuestra idea, podríamos decir que, actualmente, la cultura andaluza, tiene dos costumbres: la paya y la gitana. y si con el devenir del tiempo, alguna otra etnia se integrara en nuestra cultura, lo ideal sería que esa costumbre no fuera ni excluida ni excluyente.

     De cualquier modo, parece que la cultura tiene más que ver con la identidad, mientras que las civilizaciones tienden a ser más alienantes, porque en su proceso de expansión, arrasan las identidades, y, por lo tanto, son despersonalizadoras.


Diferencias entre civilización, cultura y costumbre

     Aparentemente, las únicas diferencias entre cultura y costumbre son superficiales. Luego, en la práctica, son las diferencias en las costumbres de payos y gitanos, las que más dificultades provocan, para la convivencia ¿son éstas entonces las que definen la identidad?

     Claro que estos razonamientos tienen sentido cuando nos referimos a una cultura genuina; es decir, tal como lo entendemos nosotros, cuando esa cultura es producida por los mismos que la producen: son copartícipes.

   Acercándonos al terreno de lo práctico, ¿hasta qué punto pueden modificar los gitanos su "costumbre"  sin dejar de ser ellos mismos?, ¿hasta qué punto pueden hacerlo los musulmanes sin dejar de serlo? ¿y los andaluces podemos continuar siéndolo al dejar nuestras costumbres inveteradas?

     O lo que es lo mismo, ¿tiene un gitano que tener fiestas hasta las tantas para seguir siéndolo? ¿tiene una mujer musulmana que llevar velo para seguir siéndolo? ¿tiene un andaluz que ser capillita de manera ineluctable?

     ¿Existen costumbres prescindibles, a las que podamos evitar, en aras de una mejor convivencia entre etnias de un mismo país?

     También nos preguntamos si es la costumbre lo que hace distinguir a una etnia de otra, en el supuesto caso de que pertenezcan a una misma cultura.

     Nuestro antiguo profesor, Esteva Fabregat, venía a sugerir que las etnias eran el germen de las naciones. Creemos que pensar eso puede llevarnos a laberintos como el palestino. Estas premisas nos parecen reduccionistas: confunden el nivel político de la realidad con el antropológico, induciendo a veces al secesionismo, en lugar de a la convivencia.

     Reduccionismo éste, que pretende que todo lo referente al ser humano, es política, y el cual es  bastante común, pero no menos común que su contrario: la negación de la política, que suele coincidir con el autoritarismo.

     El reduccionismo político, procura manipular las identidades: culturales, étnicas... con argumentos pretendidamente universales; el negacionismo político simplemente iguala cultura y etnia (o raza, en el peor de los casos) y sólo concede su derecho a existir a la cultura o etnia dominantes.

     También podemos preguntarnos qué diferencia hay entre etnia y cultura. Ya hemos supuesto que la segunda puede incluir a varias de las primeras, pero esa es una afirmación que precisa de su correspondiente demostración.

     Si analizamos algunos casos concretos, podremos entender mejor las diferencias entre estos conceptos:

     Por ejemplo, en el caso palestino coexisten dos civilizaciones: la occidental (a la que se han acogido -en un tiempo relativamente reciente- los defensores del Estado de Israel) y la islámica, además de la comunidad cristiana, de compleja adscripción. No se puede decir que haya una única cultura en dicho Estado, aunque sí parece que hay coincidencias en muy diversas costumbres.

     Podemos considerar que un grupo de personas, que son portadores de una misma cultura, pertenecen a ella porque son protagonistas de una serie de "productos" culturales (lengua, costumbres, música, etc.), que en sus mentes o en las de otros están relacionados. A ese grupo de personas lo llamamos etnia, y en las sociedades complejas, es interclasista; es decir, puede atravesar todos los segmentos de una "unidad social": Pero en estos casos, como en el andaluz, los miembros de una etnia, tal vez no sea necesario que compartan una cultura completa, sino algunos de sus productos. Y pueda que esa afirmación valga casi para cualquier etnia.

     Podemos compartir algunos valores éticos básicos como el espíritu abierto, pero diferenciarnos hasta en los tipos de profesiones. Coincidir en ciertas costumbres como las de procesionar las imágenes religiosas, pero no en la "prueba del pañuelo", dar un papel importante a la música, pero no exactamente a la misma. Viendo todas estas peculiaridades, vamos abandonando paulatinamente un concepto monolítico de cultura, y lo sustituimos por otro más flexible, que facilita la convivencia.

     Otro caso aparentemente complejo es el belga: un país cuyas dos culturas, según lo que podemos percibir desde nuestro entorno, las cuales podemos considerar pertenecientes a la civilización occidental, si bien una más próxima al mundo francófono y la otra al germánico. Cada una de estas culturas vinculada a una etnia, con una historia particular (real o percibida) y con costumbres que, desde aquí, intuimos diferentes entre sí. Sin embargo, las "mors maiorum" comunes ambas etnias, deben jugar un papel cohesionador aquí, a pesar de las diferencias interétnicas.  Como quizás ocurra en Canadá.


¿Qué es una civilización?

     En principio, cabría decir que una civilización es un conjunto de culturas, que tienen en común una religión, unas ideas, un sistema económico, determinadas costumbres... todas estas cosas, o sólo algunas de ellas. Pero de este modo podemos caer en algún tipo de reduccionismo: o antropológico o sociológico, porque podría afirmarse con estos planteamientos que las civilizaciones son agrupaciones de culturas, o que las culturas son sub-civilizaciones, dependientes de una civilización superior.

     Pero entonces, ¿qué sentido tiene nuestra afirmación de que por Andalucía han pasado diversas civilizaciones, pero se ha mantenido, en cierto sentido, una continuidad cultural? Resulta imposible responder a esa pregunta, si no abandonamos decididamente el reduccionismo socio-antropológico.

     No obstante, si prestamos especial relevancia a la costumbre en este análisis, pudiera parecer que volvemos al folklorismo; pero la realidad es que es preciso documentar los rasgos que definen a las culturas (¿cómo si no?).

viernes, 3 de junio de 2022

Cante liviano, cantes festeros y "flamenquito"

      ¿Significan lo mismo las tres expresiones? Desde luego, por lo que respecta al uso del lenguaje, no.

     La expresión cante liviano es la más clásica, y se formula en oposición a lo jondo; es decir que es más superficial y se dirige menos al sentido profundo de las cosas, aunque eso, en muchas ocasiones, es más aparente que real, pues en el cante liviano suelen encontrarse también reflexiones profundas. Se suelen referir a alegrías, tanguillos, fandanguillos, tientos-tangos...

     Los cantes festeros, por otro lado, pueden ser algo parecido, haciendo énfasis en su carácter festivo. Generalmente se hace mención con esta expresión a bulerías, zambras, tangos, rumbas...

     El "flamenquito" parece otra cosa: en Andalucía solemos utilizar el diminutivo como forma cariñosa. Pero también puede ser una forma de quitar importancia. Suele utilizarse esta expresión cuando se trata de un cante con poca exigencia, destinado a relajarse sin más preocupaciones. Pero ocurre que flamenco sin exigencia parece algo antitético a flamenco. No tener exigencia, ¿no nos lleva a la adulteración? Suele ocurrir.

     Así pues, según estos razonamientos, si la expresión "flamenquito" conlleva un matiz cariñoso, ello comporta abrir la puerta a la adulteración; como así ocurre en la realidad.

     Aunque tenemos nuestra opinión, no vamos a decir aquí quienes creemos que adulteran el flamenco, porque no somos crítico, sino antropólogo, y no sabemos tanto como para poder señalar a quién adultera el flamenco, pero dejamos señalado el dilema; que cada aficionado decida.

    Sin embargo, sí podemos apuntar algunos criterios acerca de la calidad del flamenco: porque no todo vale. El primer criterio puede ser el compás, el segundo la entonación, el tercero la sencillez y el cuarto el aliento poético. Ahí es nada.

     Otra forma de establecer distinciones entre unos cantes u otros son las expresiones "cante grande" y "cante chico", con parecidas connotaciones a las anteriores, pero en este caso decantándose el hablante por otorgar mayor importancia de algunos cantes sobre otros.