Los contenidos de este blog van desde la Psicología a la Antropología, pasando por la Historia o la Pedagogía. Esta mezcla abigarrada de disciplinas y temas tiene para mí un sentido claro y este sentido es que todas ellas son ciencias sociales o humanas, intensamente interconectadas unas con otras, debido a que todas ellas tienen un común objeto de estudio: el ser humano. Aunque cada una de ellas tenga su propia metodología e instrumentos de trabajo y de análisis, que les otorgan su propia personalidad.

lunes, 13 de abril de 2020

Mitos de origen y mitos atribuidos

     Los primeros se refieren a cómo cada cultura ve sus orígenes y explica lo que pretende ser su lugar en el mundo, los segundos están referidos a cómo una cultura ve a otra o a otras distintas de ella mima. Hay otros tipos, como los que reflejan la visión que tienen las culturas dominadas de algún modo de las dominadoras (como los cultos "cargo"); pero de este último grupo no nos vamos a ocupar aquí.
     Los del primer tipo son los más conocidos y se reconocen porque en su trasfondo está el justificar el predominio de un grupo social, un pueblo o, incluso, especie. Aquí podemos poner algunos ejemplos, sin necesidad de hacer una relación exhaustiva de los mismos. Quizás el más significativo es el que relata Virgilio en "La Eneida", donde, bajo, el patrocinio de Octavio, hace una reformulación del mito de origen romano de la loba capitolina y lo complementa para darle lustre al recién inaugurado imperio, el cual ya no puede proceder de una loba o lo que fuera Lupercalia. Este caso es muy claro, porque aparece de una manera muy definida como propaganda de Estado, en la que se justifica el dominio de otros pueblos, como el griego o el cartaginés, muy distintos por cierto, porque fenicios y griegos eran competidores en el comercio.
     Otro caso aparentemente claro parece ser "El cantar de los Nibelungos" recuperado oportunamente por Wagner en "El anillo de los Nibelungos" para justificar de algún modo el expansionismo prusiano.
     Entre los mitos atribuidos podemos encontrar el de las amazonas, el del Minotauro o algunos de los trabajos de Hércules. Entre estos últimos, creemos que también está el mito de la seducción continua, que ya analizamos en 2011. En todos ellos, la cultura atribuidora procura justificar sobre la atribuida su dominio o superioridad. Todos estos mitos atribuidos son de generalizada ocurrencia y sirven de soporte de innumerables prejuicios de unos pueblos hacia otros; lo que en los casos de relaciones desiguales se convierte en el soporte ideal del dominio ideológico de los que ocupan el polo más favorecido de cualquier relación desigual.
  En el caso andaluz, intentamos analizar en el trabajo más arriba mencionado, que los andaluces sufrimos las atribuciones contenidas en el mito doble que dimos en llamar "mito de la seducción continua". Pero esta situación no nos parece que sea exclusiva de nuestra realidad andaluza, sino que, por el contrario, parece una práctica habitual entre las relaciones humanas: se realizan atribuciones de unos a otros grupos humanos y luego esas atribuciones se convierten en estereotipos. En el terreno de la psicología parece ocurrir un fenómeno parecido:nos lanzamos atribuciones sin base real, unos a otros, y luego esas atribuciones acaban convirtiéndose en complejos, relacionándose todo ello con el proceso de la "indefensión aprendida".
     Naturalmente que todos los grupos sociales lanzan atribuciones o tienen prejuicios contra los demás, pero éstos tienen más fuerza cuando quien los lanza tiene algún tipo de supremacía sobre el otro. Cuando nos encontramos en esta situación, el recurso a esta atribución y a los prejuicios como modo de dominación de un grupo a otro, se convierte en un elemento importante del sistema ideológico de dominación de un grupo sobre otro, ya sea étnico, religioso, de género, de clase, etc.
     En el caso que analizamos en su tiempo en El mito de la seducción continua, nos pareció que la visión que se refleja en los dos mitos complementarios de Carmen y Don Juan, en las sociedades en las que se ambientan (en la sevillana en particular y en las del Sur respecto al Norte en lo general), es la de unos personajes totalmente dominados por las pasiones y ajenos a la racionalidad; frente a una Europa regida por el raciocinio y que tiene como paradigma la teoría de las pasiones de Descartes.
     Durante los siglos de mayor auge de la Europa central se va fraguando toda una ideología basada en el empirismo y la percepción, pero no en la experiencia sensible, concediéndosele preponderancia a la primera sobre la segunda, o, lo que es casi lo mismo, a la razón sobre la pasión. Llegados a este punto ya sólo falta atribuirle al norte la razón y al sur la pasión para establecer una relación de dependencia simbólica. En un primer momento, lo desenfrenado lo apasionado se atribuye a lo "latino"; luego, por extensión a cualquier pueblo que esté en una situación de desventaja socioeconómica o a cualquier grupo dentro de una sociedad más amplia, que esté afectado por esa desventaja.
     Se podría dudar de la repercusión que estos mitos pueda tener en el imaginario colectivo, lo cual pondría también en duda la validez de toda nuestra teoría al respecto. Pero es que la calidad de las grandes obras que ofrecen respaldo a ambos mitos y la importancia de sus creadores parecen ir en contra de este, pues esta calidad, repercusión y prestigio de los autores de las obras artísticas o ensayos actúan como instrumento de validación de estos mitos en su contexto cultural. Así Carmen de Bizet o Don Giovanni de Mozart son dos claros ejemplos de esto que estamos diciendo. Incluso en el segundo caso, con la reivindicación italiana de este personaje, todo parece ampliarse al sur en general.
     Lo curioso, también, de estos mitos atribuidos es que pueden ser asimilados por la cultura o el grupo social "sufriente" de los mismos y producir un efecto de sentimiento de culpa colectivo mediante el cual se ve normal que las cosas nos vayan mal: se piensa que porque no somos lo suficientemente racionales ni íntegros nos van peor las cosas. Algunos se llegan a creer que lo propio del sur es el apasionamiento en su versión de irracionalidad y pícaros, en su versión de no íntegros.