Los contenidos de este blog van desde la Psicología a la Antropología, pasando por la Historia o la Pedagogía. Esta mezcla abigarrada de disciplinas y temas tiene para mí un sentido claro y este sentido es que todas ellas son ciencias sociales o humanas, intensamente interconectadas unas con otras, debido a que todas ellas tienen un común objeto de estudio: el ser humano. Aunque cada una de ellas tenga su propia metodología e instrumentos de trabajo y de análisis, que les otorgan su propia personalidad.

domingo, 11 de noviembre de 2018

¿Es un arte el flamenco?

A primera vista parece que sí lo es, ya que:

  • el flamenco es música y baile, y la música y el baile son artes.
  • en él se exige un nivel alto de la técnica de interpretación-ejecución.
  • hay en el flamenco  "artistas" celebrados por la buena ejecución o por su creatividad.
  • también ocupa en el flamenco un  lugar importante la estética, se refiera al sentido que se refiera: olor, sabor, vista, oído, cinestesia, tacto...

Pero no todo parece tan claro como al principio, porque hay otras características, aparentemente secundarias, relacionadas con el arte, como pueden ser el valor que se otorga a los artistas (sean éstos anónimos o no) o la importancia que se atribuye al virtuosismo en las técnicas, o incluso la creatividad individual demostrada, las cuales no hemos mencionado en esa primera relación..
Pero en el flamenco, más que brillar los individuos, brillan muchas veces las sagas familiares o locales; más que el virtuosismo, el valor en afrontar los desafíos en la ejecución del cante el toque o el baile, y más que la creatividad personal, el trabajo de muchos flamencos que han ido desarrollando y perfeccionando los distintos palos del flamenco, o el flamenco en su conjunto.
¿Es entonces un arte el flamenco? ¿o es otra cosa distinta? ¿o es un arte y algo más?. Las respuestas a estas preguntas pueden quedar en el aire, pero, mientras tanto, podemos ir avanzando en su significado.
En una primera reflexión, podríamos observar que, si es arte, es un arte colectivo, porque la construcción de ese inmenso fractal que es el conjunto de los cantes flamencos, no ha podido ser posible sin la intervención de decenas, centenas o miles de bailaores/as, cantaores/ o guitarristas, que han llevado a cabo sus creaciones en necesaria interrelación unos con otros, aunque esa colaboración haya sido en distintos momentos de la línea del tiempo. Por este motivo, la afirmación de que el cante flamenco es individualista, frente a la música andalusí, que es colectiva (el ejemplo de las nubas, aunque éstas también tiene solos del cantante principal); no creemos que sea del todo cierta,  aunque se diferencia de la música andalusí, en que su sentido de lo colectivo no es del todo presencial.
Podemos pensar que el flamenco es una creación étnica, pero no es una creación étnica al uso, puesto que, lejos de marchar al ritmo infinitamente lento de los cambios culturales, avanza al ritmo acelerado de los cambios sociales; pero no llegando a ser un producto cultural más de las sociedades complejas, que marchan al ritmo de la globalización acelerada. Porque el flamenco mana continuamente de su origen geográfico (Andalucía y su entorno) y étnico, lo andaluz y su ámbito de influencia. Cuando sale de esas fuentes pierde su naturaleza y se esfume en el mar de productos culturales masificados, casi de usar y tirar al poco tiempo.
Desde luego no parece que el flamenco sea sólo un mero arte, o capacidad para ejecutar algo con maestría y con objetivos estéticos o sensitivos. Nos inclinamos a decir que el flamenco es una expresión cultural, que se expresa mediante la música y el baile. Aún más, es una cultura de resistencia: precisamente, de resistencia a la aculturación. Es una lucha por mantener la identidad, dentro de un entorno en el que la cultura dominante es otra.
Una prueba de que es una cultura de resistencia, es que el flamenco se transmite de persona a persona, casi clandestinamente, intentando mantener la vieja y siempre nueva llama de la identidad. Y ese mantenimiento de la identidad, para el pueblo andaluz, no podía ser de otra manera que mediante la música y el baile; como ya defendimos hace años en nuestro trabajo "Sobre el orfismo andaluz". Un recurso a las dos artes que desafían al tiempo y buscan la atemporalidad.