Los contenidos de este blog van desde la Psicología a la Antropología, pasando por la Historia o la Pedagogía. Esta mezcla abigarrada de disciplinas y temas tiene para mí un sentido claro y este sentido es que todas ellas son ciencias sociales o humanas, intensamente interconectadas unas con otras, debido a que todas ellas tienen un común objeto de estudio: el ser humano. Aunque cada una de ellas tenga su propia metodología e instrumentos de trabajo y de análisis, que les otorgan su propia personalidad.

miércoles, 29 de diciembre de 2021

Lo normal y lo deseable

      Solemos toparnos con muchas definiciones de normalidad, pero ninguna de ellas acaba por dejarnos satisfechos: será porque se basan en argumentos circunstanciales. A lo mejor es que las ideas de norma y normalidad son las que llevan a equívoco y a manipular voluntades. Nos parece que sustituir lo normal por lo deseable es más acertado o más honrado, porque alude a las posturas personales de quien observa, sin subterfugios de supuesta ecuanimidad.

     Sin embargo, son necesarios constructos para entender la realidad, y más aún si se trata de una realidad tan compleja como el ser humano. El constructo que, en este caso, huye de las etiquetas de normalidad-anormalidad, proponemos que sea "perfil psicológico", el cual puede permitirnos prescindir de las etiquetas de la psicopatología.

     Y es que, la idea de normalidad, aparece como herramienta segregadora, destinada a hacer interpretaciones simplistas de la naturaleza humana. En este sentido es una herramienta ideológica, lo que no quiere decir que no tenga su valor como organizadora del pensamiento y de la experiencia.

     En esta tesitura, en Psicología solemos plantearnos si seguir el modelo clínico, lo que equivale a adaptarnos a la idea, segregacionista y, por lo tanto no inclusiva, de normalidad; o seguir un modelo científico de estudio y definición, no normativizada, de facultades o acciones psicológicas.

     Ese modelo clínico puede servir cuando las cosas no van bien: no se ajustan a lo "deseable", pero puede que no nos sirva como patrón cuando las cosas transcurren como se espera de ellas, aunque no sepamos exactamente por qué es así.

     La propuesta de atender a lo deseable puede ofrecer la ventaja de no etiquetar, decimos cuál es el modelo, pero no quiénes se salen de la norma: los que no son los elegidos. Cuando se señala lo deseable, se señalan las metas, pero no a quienes llegan los últimos. Al etiquetar, tendemos a hacer asociaciones de parámetros predefinidas, denominándose en psicopatología esas asociaciones como enfermedades o síndromes. Pero, en realidad, puede resultar mucho más convenientes centrarnos sólo en esos parámetros, para atender a posibles relaciones entre ellos, y deducir la deseabilidad a partir de estos hallazgos.

Sin embargo esa deseabilidad tampoco puede prescindir sin más de la de normalidad. Siempre que esta normalidad se defina a partir de un estudio sistemático de múltiples parámetros; no a partir de la constataciõn de ausencia de "patología".

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