En las gerontocracias, los viejos impiden el crecimiento de la sociedad. En las "niñatocracias" sólo hay exhibición narcisista.
En las sociedades contemporáneas, además, la ancianidad como etapa de la vida, adquiere una nueva dimensión: los progresos médicos y sociales han provocado un sensible aumento de la esperanza de vida; y no solo eso, también de la funcionalidad y el dominio de capacidades intelectuales y psicomotoras. Ello ha provocado que se pueda hablar, no ya de tercera edad, sino también de cuarta edad.
Cada una de edades tiene sus propias características. La cuarta edad podemos relacionarla principalmente con la dependencia. La tercera edad, puede ser tan productiva o más que la segunda, porque el cúmulo de conocimientos y las habilidades adquiridas así lo causan.
Sin embargo, no parece justo (porque cada trabajador tiene derecho a disfrutar, al menos durante un periodo de su vida, de poder hacer cosas -no haraganear- de manera autónoma, sin que otros le alienen esa capacidad), ni tampoco aconsejable para la salud, porque la capacidad de recuperación disminuye con la edad.
Pero de la misma manera que tenemos derecho al descanso y a tomarnos nuestro tiempo para hacer bien las cosas, no tenemos derecho a la ociosidad (nadie la tiene) y tenemos la obligación de dar lo mejor de nosotros mismos; tengamos la edad que tengamos.