Los contenidos de este blog van desde la Psicología a la Antropología, pasando por la Historia o la Pedagogía. Esta mezcla abigarrada de disciplinas y temas tiene para mí un sentido claro y este sentido es que todas ellas son ciencias sociales o humanas, intensamente interconectadas unas con otras, debido a que todas ellas tienen un común objeto de estudio: el ser humano. Aunque cada una de ellas tenga su propia metodología e instrumentos de trabajo y de análisis, que les otorgan su propia personalidad.

martes, 27 de julio de 2021

Triana pura e impura

    Cuando se dio a conocer el grupo musical Triana pura, su aparición nos trajo a muchos un soplo de frescura. Cuando surgió el dúo de Lole y Manuel, la voz clara de Lole y la creatividad de Manuel supusieron el acercamiento al flamenco de estratos sociales a los que éste no llegaba. Cuando se editó La leyenda del tiempo, Camarón acercó a los sonidos flamencos a partes de la población andaluza y no andaluza, que hasta entonces habían permanecido ajenas a ellos.

     Todos estos logros, posiblemente, se debieron a un mestizaje entre las tradicionales formas flamencas y otras más vigentes en la música en general. Muchos creyeron descubrir el flamenco entonces gracias a ese mestizaje.

     Sin embargo, el mismo productor que alcanzó todos esos logros, fue el impulsor de una producción, estéticamente buena, pero que sin embargo se aparta de esa senda del mestizaje: Triana pura y pura; este apartarse lo hizo, según nuestra opinión, de varias formas entre las diversas posibles. La principal de ellas es negar una de las partes: parece que, en esta producción, el flamenco de los no gitanos no existe. Una forma fácil de resolver el problema del origen: se opta firmemente por una de las opciones y nos dejamos llevar por lo más aparente. Entramos entonces en una contradicción, porque también hay abundantes pruebas de que hay muchos payos interpretando y creando flamenco.

     ¿Pero cómo resolvemos este dilema?: si renunciamos al mestizaje nos quedamos parados, y si no nos mantenemos fieles a la pureza, nos diluímos y desaparecemos, además de no ser fieles a lo que la realidad nos muestra. Trataremos de responder aquí, al menos en parte, a esa pregunta.

     Para contestar a ella, haremos una reflexión sobre el documental del mismo productor: Triana pura y pura. En él se ilustran con meridiana claridad algunas de las peculiaridades del entorno que afectan al flamenco contemporáneo.

     En el documental "Triana pura y pura" se nos ofrece una imagen de la Triana pasada, en la que los gitanos eran los únicos garantes de la tradición flamenca. Incluso que los gitanos eran casi la única etnia del barrio o que, cuando se fueron marchando los antiguos vecinos, aquello fue "como la noche de los cristales rotos", y se plantea como una ilustración de este supuesto hecho, la famosa foto en la que un camión está cargado con los enseres de los vecinos del Corral de los Judíos, en la calle Castilla. Sin embargo, en aquel éxodo había payos y gitanos, y cuando conocimos a las vecinas del Corral de las Ranas (muy cerca del solar del Corral de los Judíos), allí había payos y gitanos conviviendo (en 1990 y en adelante).

     En una entrevista que tuvimos con él, nuestro amigo Eduardo Corriente (principal activista de los corrales de vecinos), nos contaba cómo en plena Cava de los gitanos se sucedían, sin solución de continuidad, corrales de payos, corrales de gitanos y corrales mixtos. Incluso el tocaor Ricardo Miño, mencionaba hace poco que él, siendo payo, nació en un corral de la Cava de los gitanos (calle Pagés del Corro), donde convivían casi en la misma proporción, familias gitanas y familias payas. Con estos y otros testimonios, la Triana predominantemente gitana que se deja entrever en el mencionado documental, queda en entredicho. Pero sobre todo la idea de que únicamente fueron los gitanos las víctimas de esos desalojos.

     Tampoco se puede mantener la idea de que el flamenco en Triana es exclusivamente gitano: no podríamos olvidarnos de Ramón el Ollero, al que se le atribuye la creación de la soleá apolá (blog soníos negros). Ni de toda la serie de cantaores del Zurraque.

     Y es que con frecuencia se olvida al opinar sobre el flamenco, que el espacio juega un papel fundamental, como un crisol donde se alean elementos de distintas culturas. En este caso, el espacio se llama Andalucía, y los elementos que se alean los que hay que identificar, pero con una rigurosa investigación, no con opiniones indemostradas.

     Claro que, en el caso que nos ocupa, el espacio es espacio humanizado; es decir territorio. Y decimos territorio, el cual es un constructo cultural, que no siempre coincide con el mapa, ni con los límites geográficos o políticos. Quizás debiéndose tener en cuenta que se solapan diferentes territorios, según la memoria de quienes los definan. Así pueden solaparse, en Triana, los territorios de payos y gitanos, de herreros y alfareros (y parece ser también de quienes trabajaban la piel en El Zurraque), el de la soleá o el de la seguiriya, de una hermandad u otra, etc

     Seguramente con la intención de diluir el carácter andaluz del flamenco, aparecen, con frecuencia, argumentos referentes a la existencia de flamenco en zonas próximas a Andalucía, o en zonas de emigración como Madrid o Cataluña. Pero el espacio de los distintos lugares andaluces es muy importante, porque es donde entran en confluencia las culturas andalusí, castellana y gitana, seguramente a partir de formas y técnicas vocales, instrumentales y de baile, de origen ancestral tanto como contemporáneo: como hemos intentado demostrar a lo largo de este blog. Pero con un sentido histórico que, si se olvida, acaba vaciando de contenido al flamenco,  convirtiéndolo, de ese modo, en un producto cultural más, dispuesto a ser consumido por cada vez mayor cantidad de público, y haciéndolo así fácilmente "monetizable".

     Volviendo a la idea de territorio, éste es, precisamente, fundamental en el flamenco: los cantes son de Cádiz, Jerez, Triana, Granada, Málaga... Si bien en otras ocasiones llevan el nombre de cantaores o cantaoras conocidos. Pero siempre es el territorio el aglutinante de ese fractal musical y plástico, del que hemos hablado en otras ocasiones. El flamenco no es como el jazz o el blues, de esclavos desarraigados. Es verdad que los gitanos son una etnia errante, generalmente desarraigados; ¡pero en Andalucía no...! Aquí los gitanos son de los barrios de Santiago y de San Miguel de Jerez, de Santa María de Cádiz, de Triana o de la Alameda en Sevilla, del Sacromonte en Granada, de El Perchel y la Trinidad en Málaga... y las familias gitanas se desplazan entre los distintos puntos de ese circuito. Éste área cultural viene a coincidir aproximadamente con los límites políticos de Andalucía, pero no es exactamente así; digamos que es como el Guadalquivir: éste es el río andaluz por excelencia, pero no toda su cuenca coincide con los límites políticos de Andalucía.

     A partir de esos núcleos de contacto inter-étnico, en el área cultural andaluza, parece ser que se desarrolla el flamenco, sin perjuicio de que, como afirma A. Mandly, los caminos antiguos y sus antiguas ventas, ejercieran de enlace entre ellos, dando cohesión a toda esta área cultural.

     Pero volviendo al tema de origen de esta entrada, se nos ocurre preguntarnos qué sentido tienen esas diatribas sobre la etnia de referencia del flamenco, si no tendrán que ver con la profesionalización de sus intérpretes, como ya señaló en su momento G, Steingress. Más recientemente, Samuel Llano ha analizado ese viejo debate entre la profesionalización o no del flamenco, el cual parece que ya estaba presente en Lorca cuando organizó el Concurso de cante jondo de Granada, de 1922.

     En Triana se dan grandes cantaores profesionales y no profesionales, pero coinciden más en los últimos los payos (excepto el maravilloso caso de Márquez el zapatero, que aún nos enseña su maestría y siendo gitano no es profesional). Podría explicarnos mejor esta circunstancia, el observar que, al menos como lo vemos nosotros, el flamenco de los payos se desarrolla hoy en día más en las peñas y el de los gitanos en los escenarios, además de en las celebraciones familiares. Una vez que los patios de vecinos desaparecieron en gran medida y que, además, hace tiempo que se prohibió el cante en los establecimientos de bebidas (las antiguas tabernas).

     Además de todo lo expuesto, nos planteamos -en una etapa en la que la humanidad parece querer huir del concepto de raza- ¿qué es ser gitano hoy en día? ¿qué es ser gitano en Andalucía, donde llevamos mestizándonos payos y gitanos al menos cinco siglos?

     Ese planteamiento de lo definitorio de lo gitano en comparación con lo payo, en Andalucía, nos lleva a contemplar las diferentes formas de sociabilidad y de cohesión social que tienen ambos grupos humanos. Aparentemente, la sociabilidad gitana se basa más en la consanguinidad, y la de los grupos populares que no lo son, se basa algo más en la afinidad. Esto parece que guarda relación con las formas de transmisión del flamenco, que hemos mencionado antes. Como consecuencia, seguramente, de esa mayor importancia de la consanguinidad en la sociabilidad gitana, los procedimientos de cohesión grupal están mucho más ritualizados, a veces durante períodos de tan largos que ponen a prueba la paciencia de sus vecinos payos, siendo esto algunas veces causa de roce entre ambos grupos.





1 comentario:

  1. Magnífica entrada. El último párrafo me parece discutible pero dejas abiertas puertas interesantes para futuros estudios sobre la relación entre flamenco y afinidad-consanguinidad. Por ej. matrilinealidad vs. patrilinealidad en el flamenco debido a la importancia de las sagas en el mismo. Te animo a ello.

    ResponderEliminar