Cuando hay un espectáculo flamenco, hay muchos andaluces que no tienen el más mínimo respeto por los intérpretes. Otros muchos sin embargo, mantienen una actitud respetuosa, pero ponen caras de no entender nada. Un tercer grupo está compuesto por los que tienen unos conocimientos mínimos ("los señores saben escuchá"). Pero no basta con escuchar: ¡hay que expresarse en flamenco!
Nuestra forma de expresión más exclusiva es el flamenco, porque el idioma lo compartimos con otros pueblos. Y a ellos nos une, pero no nos define.
En Andalucía, la reapropiación cultural del flamenco es imprescindible para nuestra concientización y nuestra salud mental.
Lo de hacer música es consustancial a nuestra especie. Pero nos han convertido en consumidores de música, con el aluvión de productos músicales, que entra en nuestras casas, o, peor aún, que entra en nuestros oídos constantemente y que nos aísla de nuestro entorno. Y, lo que es peor, nos ponen músicas que notirnrn nada que ver con nuestro estado de ánimo ek ese momento, y lo alteran... Lo distorsionan.
En el caso del flamenco, es verdad que siempre ha sido de una minoría, y creado por una minoría. Pero el flamenco, aunque es una más de las músicas andaluzas, (como la copla, las pandas de verdiales, las coplas de carnaval, las marchas procesionales, las composiciones orquestales de Falla, Albéniz, Turina... y hasta lo lo que sus propios seguidores llaman "flamenquito"); sin embargo la más ancestral, porque envella presente lo andalusí, lo gitano, lo payo... todo lo que se refiera al apego a nuestra tierra. Porque ahí está seguramente su origen, en la resistencia andalusí a perder su identidad, a renunciar a su tierra, luego han venido otras influencias, o quizás antes ¿quién lo sabe?,,pero algo tenemos claro, si algún intérprete no tiene como regerencia tierra andaluza, no hace flamenco: lo imita.
Todas las músicas andaluzas se influyen entre si, pero el flamenco es la madre de todas ellas.
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